'De mayor quiero ser lo que diga papá'

Anita del Valle

"¿Cómo ha ido hoy la búsqueda de curro?", pregunta en la hora del cafecito una Mari Pili preocupada por la situación de Rosa: "Igual de bien que siempre: 0 ofertas, 0 curriculums enviados. Si ya me lo decía mi madre: No te metas en una Ingeniería, es un mundo de hombres". "¿Y por qué te metiste?, indaga Mari PIli. "Porque a mi padre le encantaban las matemáticas y cuando era pequeña hacíamos problemas de lógica juntos".

A Rosa le influyeron más los gustos de su padre que los consejos de su madre. Dicen que las niñas quieren ser como sus mamás: igual de guapas e igual de buenas. Pero en realidad no es así: las niñas quieren ser como sus papás quieren que sean. Y así lo ha corroborado un estudio presentado en el encuentro anual de la Sociedad de Personalidad y Psicología Social en Nueva Orleans.

Rosa adora a su padre y, 'casualmente', ha heredado su personalidad; el padre de Rosa es abierto, femenista, liberal... y tan soñador como Rosa. Educó a su hija exactamente igual que a su hermano, con los mismos derechos y libertades, y así es mi amiga Rosa, una mujer anti-estereotipada, sin prejuicios y que no entiende de barreras socio-culturales.

En cambio Mari Pili es una ama de casa en toda regla. Maestra de profesión, su mayor objetivo en la vida es encontrar un buen marido, casarse y tener muchos hijos. Y no será feliz hasta que no lo consiga. Su padre era estricto, de derechas, un hombre seco, de los de antes. Mari Pili nunca tuvo una relación cercana con él, pero sin embargo evolucionó como él quiso que evolucionase y se convirtió en lo que él llamaba 'una mujer de provecho'.

Lo que quiera mi padre... y mi marido


Ambas son un buen ejemplo de lo que afirma el estudio: los estereotipos de género absorbidos durante la infancia influyen, y mucho, en la elección de una profesión u otra y en el rol adoptado en la vida. Y en el caso de una mujer, esa influencia es más fuerte desde el lado paterno que desde el materno.

En primer lugar, porque los padres son vistos como la figura más poderosa del hogar, y en segundo, porque educan a sus hijas en base a la mujer en la que les gustaría que se convirtieran. Ellos mandan y ellos eligen a la esposa ideal, por lo que, suponemos, lo que les gusta a ellos debe ser lo correcto, lo que tiene que ser, lo mejor.

Y teniendo en cuenta que hay quien dice que las mujeres buscamos una pareja que se parezca -nos guste o no- a nuestra figura paterna , antes de elegir a la próxima víctima deberíamos pensarnos bien si queremos seguir bajo esa influencia paternal también con nuestro compañero de vida. Porque yo te quiero mucho, papi, pero con uno, más que de sobra.

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