Habla el ex marido de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la amiga del Rey

Teresa Guerra

Corinna zu Sayn-Wittgenstein está "muy asustada", afirma Philip Adkins, el primer marido de la que dicen ser la amante del Rey." ¿Quién no lo estaría si, de repente, apareciesen periodistas de todo el mundo atacándote y acusándote de ser la amante del rey?".

El empresario estadounidense estuvo casado con Corinna zu Sayn-Wittgenstein y tienen una hija de 20 años. Tal y como habla de la ex princesa alemana, la relación que mantienen debe ser muy buena. Eso, o por motivos que no conocemos trata de protegerla de los comentarios que desde hace más de un mes están vertiendo sobre ella los medios de comunicación de todo el mundo.

De hecho, según publica la revista Vanity Fair, Philip Adkins asegura que él formó parte del polémico viaje a Botsuana donde el Rey Juan Carlos se fracturó la cadera: "Era un viaje de familia y amigos. El empresario sirio Mohamed Eyad Kayali, un hombre muy generoso, nos invitó a todos, incluido el rey. Era, sobre todo, el viaje de dos personas mayores que querían estar en la selva juntos, probablemente por última vez en su vida, hablando frente al fuego. Yo estaba allí porque conozco muy bien África y porque Corinna había querido llevar a su hijo pequeño. Tengo una excelente relación con el niño, era la primera vez que él iba a un safari y ella se sentía más segura si yo estaba allí", explica el empresario.

El círculo de su segundo marido también opina sobre Corinna zu Sayn-Wittgenstein

Sin embargo, el ex marido de Corinna zu Sayn-Wittgenstein no es el único que ha abierto la boca. Uno de los cazadores que acompañaron a Juan Carlos, Corina, Philip y quién sabe cuántos más ha dado su particular visión de los hechos. Según cuenta, Corinna "se ocupaba de todo, de la A a la Z. El rey no explicaba quién era. Simplemente ella estaba a su lado todo el tiempo. Podría ser la asistente, la organizadora, la mánager estratégica..." 

Además detalla el papel de la amiga del Rey en ese exclusivo círculo de amistades: "Empezó cobrando por la organización de eventos. Luego, como los conocía, ponía en contacto a algunos de los hombres más poderosos de Estados Unidos, Oriente Medio y Europa. Invitados que desarrollaban allí futuras transacciones. Acabó por cerrar ella los tratos en los que los países de origen y llevarse así suculentas comisiones".

Tampoco le han echado una mano los familiares y amigos de su segundo marido, el príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein, quienes afirman que se casó con él "para obtener un título y un pequeño principito".

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