Día de los Derechos Humanos, ¿sin derechos?

¿Realmente tenemos estos derechos?

Laura Sánchez, Filóloga

El 10 de diciembre se conmemora el Día de los Derechos Humanos y decimos que se conmemora y no que se celebra porque los motivos de celebración son más bien pocos. Y es que desde que en 1948 se firmara la Declaración Universal de los Derechos Humanos es cierto que se han hecho avances, pero cada día nos llegan noticias de nuevas violaciones de nuestros derechos como personas. Estas violaciones de los derechos humanos no son exclusivas de los países menos desarrollados, en nuestro "primer mundo" algunos de los recortes que se hacen en nombre de la crisis y del bien común empiezan a limitar nuestros derechos fundamentales.

Igualdad para todos

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que todos tenemos los mismos derechos y libertades "sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición". El objetivo de lograr la igualdad es, desde luego, encomiable, pero desgraciadamente sabemos que no se está cumpliendo.

Los derechos que toda persona debe tener hablan de la vida, de la libertad y de la seguridad. Derecho a la vida, a una vida digna con la garantía de unos servicios básicos y derecho al trabajo, rechazando en todo momento la discriminación, la esclavitud y la tortura. Libertad de opinión, de expresión y de reunión y seguridad jurídica frente a las instituciones.

Buscando el cumplimiento de esos Derechos Humanos, algunas asociaciones promueven acciones a favor de los colectivos más vulnerables, como pueden ser las mujeres en general, las personas en riesgo de pobreza o exclusión social, los niños, determinadas etnias, personas enfermas, personas discapacitadas...y un largo etcétera que ven vulnerados su derechos más básicos.

Vulnerar los Derechos Humanos

De vez en cuando, a los acomodados ciudadanos del primer mundo se nos remueve la conciencia cuando vemos en los noticiarios esas condenas a muerte a mujeres por el mero hecho de no cumplir con las costumbres que impone su sociedad, o esas zonas devastadas por la pobreza más extrema que hace imposible su desarrollo, o esas guerras que terminan con la vida de millones de personas, o esos niños que son obligados a trabajar interminables jornadas.

Tan convencidos estamos que las violaciones de los Derechos Humanos son algo lejano, que miramos para otro lado sin darnos cuenta de que cada vez se están acercando más a nosotros. Porque cada vez que un adolescente sufre un ciberacoso, se están vulnerando los derechos de la infancia; cada vez que una mujer sufre violencia machista, se están vulnerando los derechos de las mujeres; cada vez que una persona sufre un desahucio, se está vulnerando el derecho a la vivienda y cada vez que una mujer sufre discriminación en el trabajo, se está vulnerando el derecho a la igualdad de oportunidades.

Todo eso son violaciones de los Derechos Humanos que se producen a nuestro alrededor cada vez con más frecuencia. Y si nos paramos a pensar en los Artículos 23 y 24 de la Declaración de los Derechos Humanos que hablan del derecho al trabajo, a una remuneración justa, al descanso y a la protección frente al desempleo no podemos evitar caer en el desánimo al ver la situación actual.

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