Depresión, la enfermedad incomprendida

Una de las enfermedades más comunes de nuestro tiempo

Laura Sánchez, Filóloga

Resulta que la depresión es uno de los grandes males del siglo XXI, resulta que la padecen unos 140 millones de personas en todo el mundo. Y con esa escalofriante cifra, resulta que la depresión está rodeada de mucha incomprensión, algo que dificulta sobremanera su tratamiento.

Muchas personas no acaban de creerse que la depresión es una enfermedad producto de un trastorno psicológico. Muchas personas lo que creen es que es una debilidad de carácter cuando no una opción personal. Lo peor de todo, es que son también aquellas personas que sufren depresión quienes no identifican su problema como una enfermedad. Despejamos las dudas en torno a la depresión.

La depresión incomprendida

Me siento mal, me siento cansada, no tengo ganas de hacer nada, estoy triste, me duele todo el cuerpo, no quiero moverme más, no tengo ganas de vivir. En líneas generales este es el estado que produce una depresión, un estado que de ninguna manera es una elección de vida, sino que es un estado inevitable fruto de una enfermedad: la depresión.

Lógicamente los síntomas de la depresión necesitan un tiempo para desarrollarse. Un tiempo durante el cual, la persona que lo sufre empieza a experimentar cambio progresivos en su comportamiento, cada vez con menos ganas, cada vez con menos ilusión y cada vez con menos fuerza. Unos cambios que tampoco pasan desapercibidos a quienes les rodean.

Sin embargo, la idea general es que esa persona se está "dejando", que no pone voluntad, que es débil, que no es capaz y hasta que es una vaga. Y es que ese estado de apatía producto de la depresión genera mucha incomprensión. No se comprende cómo una persona activa, con todo a su favor para ser feliz se ha dejado hasta tal punto que ha perdido las ganas de vivir.

Aceptar la depresión

La única forma de entender este proceso de degeneración que sufre la persona con depresión es aceptar la depresión como una enfermedad que necesita tratamiento. Una aceptación que tiene que venir primeramente de la persona que lo sufre y luego de los demás. Porque una depresión no se va dejando pasar el tiempo, porque una depresión no es una actitud, sino que es una enfermedad y solo puede curarse con un tratamiento adecuado.

La propia persona enferma tiene que dejar atrás la idea de que se encuentra en esa situación por su culpa, porque es débil o porque es incapaz. La depresión sobreviene a cualquiera, no entiende de edades, ni de niveles culturales, ni de estratificación social. Es una enfermedad que no admite culpas ni responsabilidades y que no se puede ignorar.

Respecto a la opinión de los demás, respecto a esa incomprensión que genera en los demás la depresión, es el tiempo el que se encargará de aclararles las cosas. Con una epidemia como la que estamos viviendo, pocas son las familias que no cuentan con un caso de depresión y es entonces cuando nos damos verdadera cuenta de lo que significa esta enfermedad.

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