Depresión por la marcha de los hijos: el síndrome del nido vacío

Cómo superar la tristeza que invade a los padres cuando los hijos se independizan

Laura Ruiz Mitjana, Psicóloga
En este artículo
  1. Síndrome del nido vacío vs. depresión por la marcha de los hijos
  2. Síndrome del nido vacío: ¿más frecuente ahora que hace años?
  3. Síntomas del nido vacío y de la depresión por la marcha de los hijos
  4. ¿Cómo afrontar el síndrome del nido vacío? 3 ideas clave

El psicólogo Luis Muiño define el síndrome del nido vacío como “aquel síndrome que aqueja a los padres cuando sus hijos abandonan el hogar, cuando estos dejan de estar viviendo bajo la protección de los padres”. Según él, no siempre aparece este síndrome; hay padres que ya habían montado su vida muy a parte de sus hijos y que no lo desarrollan, pero sí afecta especialmente a aquellos padres que tienen una gran motivación de afiliación. 

Es decir, que tienen una gran motivación de cuidado y que han dedicado una gran dedicación y esfuerzo a los hijos, convirtiéndolos en el centro de su vida. ¿Qué ocurre? Que cuando sus hijos ya no los “necesitan”, se quedan sin un sentido vital, sin un centro de su existencia.

De esta forma, este síndrome engloba un conjunto de síntomas que sufren algunos padres cuando sus hijos se independizan, eso es, se van de casa (del “nido”). Entre los síntomas más habituales encontramos la tristeza, el anhelo, la sensación de pérdida y el dolor; cuando los síntomas se intensifican, pueden llegar a causar un trastorno depresivo.

Síndrome del nido vacío vs. depresión por la marcha de los hijos

Es importante que tengamos clara una cosa; la sensación de pérdida cuando los hijos se van de casa es totalmente normal, y que a esa sensación se le añada tristeza, nostalgia, melancolía o añoranza también es normal (y habitual). Se trata de una reacción adaptativa a la pérdida, al cambio; en definitiva, los padres viven un proceso de duelo.

Sin embargo, cuando los síntomas interfieren en el funcionamiento diario o provocan un intenso malestar y, además, se prolongan en el tiempo, entonces hablamos ya de la posibilidad de una depresión por la marcha de los hijos.

De esta forma, antes de adentrarnos en esta temática, puntualizamos esta diferenciación: una cosa es el síndrome del nido vacío (como una experiencia de pérdida y tristeza ante la marcha de los hijos) y, otra, una depresión propiamente dicha debido a este motivo. A lo largo del artículo, sin embargo, hablaremos con frecuencia de ambos términos de forma intercambiable o equivalente, salvando las distancias y teniendo en cuenta esta pequeña diferenciación.

Síndrome del nido vacío: ¿más frecuente ahora que hace años?

Según los expertos, el síndrome del nido vacío es más frecuente hoy en día que hace algunas décadas. María José Polo, de psicólogos en Málaga, afirma que esto podría deberse a que, antiguamente, las familias vivían en el mismo pueblo o en el mismo barrio, donde seguían permaneciendo unidas. Compartían así actividades diarias y planes, y se veían a diario, aunque los hijos ya se hubieran independizado.

Pero hoy en día es diferente; hoy en día es mucho más frecuente que los hijos, una vez se independizan, se vayan a vivir lejos del hogar familiar (a veces, incluso, a otras ciudades o países). Y esta podría ser una de las causas que justifique por qué este fenómeno es más frecuente en la actualidad que hace unos años.

Síntomas del nido vacío y de la depresión por la marcha de los hijos

¿Qué implica el síndrome del nido vacío? En el peor de los casos, como decíamos, la aparición de una depresión por la marcha de los hijos. Independientemente de que se produzca esta depresión o no, lo cierto es que hay algunos síntomas (y/o consecuencias) que siempre suelen aparecer en estos casos y que son:

- Sentimiento de pérdida.

- Anhelo, nostalgia y/o melancolía.

- Añoranza de los hijos y de las rutinas que antes se compartían con ellos.

- Sensación de inutilidad (los hijos ya no “dependen” de nosotros, ya no nos “necesitan”).

- Tristeza.

- Soledad.

- Desesperanza.

- Anhedonia (incapacidad para disfrutar de las cosas que antes sí nos hacían disfrutar).

- Problemas de sueño.

- Ansiedad.

- Pérdida de apetito.

- Pérdida de deseo sexual.

- Otros problemas de salud.

- Problemas de alcoholismo.

Lógicamente, si hablamos realmente de una depresión por la marcha de los hijos, estos síntomas son más intensos que en un ‘mero’ caso de síndrome del nido vacío y, además, interfieren en la vida de la persona.

¿Cómo afrontar el síndrome del nido vacío? 3 ideas clave

¿Cómo afrontar esta nueva etapa? Os dejamos tres ideas clave que os pueden ayudar a afrontar este proceso de forma adaptativa y que os harán reflexionar sobre esta nueva etapa vital.

1 Anticípate al cambio

Como padres es importante anticiparse a ese momento que, tarde o temprano, llegará. Anticiparse no implica darle vueltas al tema, angustiarse por ello, etc., sino simplemente tenerlo en mente, ser conscientes de que algún día llegará ese momento. Y, tal y como afirma la coach Mónica González, tiene que llegar, porque “si hemos hecho bien nuestra labor de padres, la autonomía y la independencia de nuestros hijos será un premio”.

Anticiparse a este cambio implica ir acostumbrándose a la progresiva autonomía de los hijos (que no se da de un día para otro, sino poco a poco). Implica empezar a “soltar”, a dar a los hijos esa autonomía que poco a poco se irán ganando, y entender que el proceso será progresivo y que tendrás tiempo de acostumbrarte a los pequeños cambios, hasta que un día, los hijos se marchen.

2 Genera personas autónomas e independientes

La independencia y la autonomía son síntomas de madurez. Cultivemos estos “síntomas” en nuestros hijos y vivamos el proceso de su autonomía como algo positivo y no negativo. Es normal y totalmente válido sentir tristeza cuando los hijos se independizan, pero también es importante que lo veamos como algo positivo para ellos, que les hará crecer y “volar”.

Así, date cuenta de qué positivo es para ti, y para ellos, haber generado personas autónomas e independientes. Se trata, un poco, de cambiar la perspectiva de la situación y de valorarla no tanto como una pérdida (que también), sino como un salto hacia adelante, un nuevo camino que explorar y, sobre todo, la llegada de la autonomía en tus hijos, con todas las oportunidades que esto conlleva para ellos.

3 Disfruta de otra forma de relacionarte con tus hijos

Otra idea clave para afrontar positivamente el síndrome del nido vacío y, a su vez, evitar la depresión por la marcha de los hijos, es disfrutando de otra forma de relacionarnos con ellos. Para ello, alejemos poco a poco la dependencia que estos nos han tenido siempre y el cuidado incondicional que siempre les hemos ofrecido y transformemos poco a poco ese vínculo, esa dinámica, en otra forma de relacionarnos, desde el disfrute y su autonomía

En este sentido, podemos actuar desde otras motivaciones (ya no desde la motivación de cuidado o de afiliación), sino desde la motivación de exploración, por ejemplo. Buscad juntos nuevas cosas que podáis compartir juntos, explorar, probad… deja que te enseñe cosas de las nuevas tecnologías, por ejemplo. 

Abre los ojos al aprendizaje y, sobre todo, déjate cuidar; quizás ahora han cambiado los roles y no eres tú quien debe cuidar; es un buen momento para dejarse cuidar un poco. ¡También te lo mereces!

Síndrome del nido vacío: un sentimiento que debemos validar

Como hemos visto, el síndrome del nido vacío genera mucha tristeza y soledad, tanto en el padre como en la madre. Sin embargo, muchas veces la madre tiene un rol más de cuidado de los hijos (independientemente que trabaje o no fuera del hogar), y eso hace que las madres sean más propensas a sufrirlo.

Es importante validar los sentimientos que nos surgen a raíz de esta pérdida y validarlos implica darse permiso para sentirlos. Pero una vez nos hemos dado ese permiso, practiquemos la regla del 50% (50% afrontar la tristeza, la emoción, y 50% distraerse). 

Así que, busca también tiempo para distraerte y, sobre todo, empieza a ver este cambio desde otra perspectiva, como algo que también puede ser positivo para tus hijos y para ti. Piensa que tendrás más tiempo para ti, que podrás disfrutar de tu relación con ellos desde otro punto de vista, otra dinámica y, sobre todo, podrás empezar a dejarte cuidar. 

 

Referencias bibliográficas:

  • Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen I y II. Madrid: McGraw-Hill.
  • Hernández, A. (1997). Familia, Ciclo Vital y Psicoterapia Sistémica Breve. Editorial El Búho: Bogotá.

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