Dolor de espalda por mala circulación: causas, síntomas y remedios

Marta Valle

Sabemos que el sedentarismo es una de las principales causas de la generación de patologías en las diferentes áreas que conforman la espalda. Un estilo de vida inactivo propicia que se debilite la musculatura y aparezcan dolores que pueden derivar en enfermedades crónicas. Hay un efecto paralelo a éste, también provocado por un estilo de vida sedentario, y que puede ser causa de numerosas dolencias en la espalda, y es la aparición de enfermedades y problemas relacionados con la circulación sanguínea.

Desarrollo de problemas de circulación sanguínea

También conviene aclarar que, aunque bien es cierto que la mala circulación del torrente sanguíneo puede provocar dolencias en la espalda, esta zona corporal no es la más sensible a padecer problemáticas relacionadas, como sí puedan ser, por ejemplo, las piernas o los pies. En estos casos, la ausencia de actividad física aumenta el riesgo de sufrir cualquier tipo de enfermedad causada por la mala circulación de la sangre. De esta forma, la práctica moderada de ejercicio físico o algún deporte resulta de vital importancia de cara a evitar las problemáticas mentadas.

Las posturas en las que nos sentamos tanto en el trabajo como en casa resultan fundamentales para que el drenaje y la circulación de la sangre resulten correctos. La proliferación tanto del ocio como de los trabajos sedentarios ha aumentado el número de personas que desarrollan síntomas, enfermedades y lesiones causadas por una mala circulación sanguínea. Por lo tanto, la adquisición de una buena higiene postural, levantarse del asiento cada 50 minutos aproximadamente para estirar las piernas y caminar, e, incluso, hacer pequeños ejercicios de estiramientos en zonas sensibles como las cervicales o las lumbares van a fomentar una mejora considerable de la circulación.

A su vez, y esto conviene tenerlo en cuenta pues en muchas ocasiones podemos sufrir desde pérdidas de equilibrio hasta desmayos, cierto tipo de lesiones en la zona cervical pueden interrumpir el flujo de sangre al cerebro. Estos son los casos de la artrosis cervical o de algún tipo de desplazamiento de las vértebras –como la subluxación o la laterolistesis-, que pueden provocar una compresión de las arterias cervicales y causar una falta de riego sanguíneo a nuestro cerebro. De esta forma, y dada esta anomalía generada por problemáticas musculares en la espalda, podemos sufrir vértigos, variaciones auditivas o visuales, zumbidos, sensación continua de cansancio, silbidos en los oídos o enronquecimiento de la voz.

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