El frescor de los patios de Córdoba

Vilma Medina

Frescor es la palabra, puede que haya más para definir la sensación que uno tiene al adentrarse en los patios de Córdoba. Cuando cruzas el portal de sus casas, uno se siente hada, mariposa, pájaro… buscando y experimentando olores y colores indefinidos, que provienen de la gran cantidad y mezclas de tiestos y plantas, amontonados por todos lados, de arriba abajo y en muchos sentidos.

Hace falta más que alas para deambular entre los geranios, las petunias, los claveles y las gitanillas que allí despiertan y residen. Los patios de Córdoba, especialmente en primavera, yo diría que retratan la alegría y el esplendor de las flores colgadas en paredes blancas.

Los patios son la tarjeta de visita de la ciudad

En Córdoba hay más de 60 patios que se pueden visitar, pero para una escapada o fin de semana lo mejor es centrarse en los de una zona. He preferido visitar los patios que están por el barrio que sigue el Alcázar de la ciudad, por la calle de Postrera y San Basilio. He encontrado verdaderos extractos de belleza y de buen gusto, aunque son todos muy parecidos. Si no fuera por los detalles propios que exponen cada uno, como pozos, fuentes, mosaicos y lozas,… podría uno confundirse.

Qué cuentan los patios de Córdoba

La historia de los patios de Córdoba nos cuenta que fueron los romanos y musulmanes los responsables de su creación. Su intención fue crear un espacio, a la entrada o en el medio de la casa, donde se pudiese encontrar un refugio o cobijo más fresco, como forma de evitar las secas y calurosas temperaturas de Córdoba durante la primavera-verano. Los romanos pusieron una fuente y un pozo para recoger el agua de lluvia, mientras los musulmanes recrearon este panorama dando entrada a la casa desde la calle por un zaguán (vestíbulo) y forrando todo el espacio de vegetación y, por supuesto, dieron a los patios una sensación de más frescor. Quién se podría imaginar que gracias a sus patios la capital cordobesa haya sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, título otorgado por la UNESCO en 2012.

El origen de la fiesta de los patios

La costumbre de colgar, exhibir y enseñar tiestos con flores en los patios empezó por el siglo XIX, como una identidad de pueblos y ciudades andaluzas, por la necesidad de refugiarse del calor por las noches. Cada casa enseñaba con orgullo sus flores a los vecinos y así empezó la competición. A principios del siglo XX, se realizaron los primeros concursos para elegir el patio más bello de la ciudad. Y a partir de ahí, todos los años a mediados de mayo, cuando la primavera se encuentra en su máxima expresión, se celebra el concurso de la Fiesta de los Patios de Córdoba.

Las visitas a los patios son gratuitas, pero siempre habrá una cestita donde dejar alguna moneda. Al fin y al cabo, las flores que se extienden por los balcones, por las escaleras, tejadillos y patios de la casa cuestan, y los dueños de la casa, aunque ya pasadas las fiestas de los patios, siguen permitiendo la entrada de los visitantes a sus patios. Si vas durante el concurso, tendrás que enfrentarte a unas colas descomunales, por lo que te aconsejo que los visite antes o tras las fiestas.

Puedes leer más artículos similares a El frescor de los patios de Córdoba, en la categoría de Escapadas en Diario Femenino.

Publicado:
Actualizado: