Cómo dejar de morderse las uñas: razón y solución

Napoleón Fernandez

Morderse las uñas es una costumbre más extendida de lo que debería, y los que la tienen saben que dejar de hacerlo cuesta y mucho. En principio, se trata de un hábito que queremos dejar por cuestiones estéticas, pues nuestras manos son, en muchas ocasiones, nuestra carta de presentación a nivel social, y unas manos con las uñas mordidas proyecta siempre una mala imagen. Pero morderse las uñas no es sólo un mal hábito estético, también afecta a nuestra salud.

Por qué nos mordemos las uñas

Este impulso de morderse las uñas se llama onicofagia y se trata de un trastorno nervioso que se inicia en la infancia y en muchos casos permanece en la edad adulta. El nerviosismo y la ansiedad están en el origen de esta costumbre que con el tiempo llega a convertirse en un acto reflejo que no podemos evitar.

Pero las consecuencias negativas de mordernos las uñas durante años son muchas, y no sólo estéticas. Este acto en el que nos refugiamos cuando estamos nerviosos puede provocarnos una serie de infecciones tanto en las manos como en la boca. Heridas en los labios y en las encías son frecuentes en las personas que se muerden las uñas porque las bacterias se van pasando de las manos a la mucosa bucal. Los dientes pueden sufrir también daños por el continuo uso al que los sometemos. Pero el problema más frecuente aparece en los dedos. Al mordernos las uñas impedimos el crecimiento regular de éstas y al mismo tiempo aparecen ardedor de ellas pequeñas heridas muy difíciles de curar si no ponemos fin al hábito.

Cómo dejar de mordernos la uñas

Una vez que se ha convertido en un impulso, en un acto reflejo, dejar de morderse las uñas requiere una dosis enorme de fuerza de voluntad y de autocontrol. En este caso se trata de un verdadero esfuerzo mental para concienciarnos de cuánto nos perjudica esa costumbre que en realidad no nos aporta nada. Seamos sinceros, mordernos las uñas no nos calma ni el nerviosismo ni la ansiedad, sólo es una costumbre que ha arraigado en nosotros con el paso de los años.

Siempre podemos recurrir a determinados remedios caseros que a mucha gente le funcionan. Uno de ellos es el esmalte de uñas, algunos de ellos incoloros, cuyo sabor es bastante desagradable por lo que puede hacer que renunciemos a mordernos las uñas. Hay también quien por la noche se frota las uñas con ajo o algún otro producto disuasorio.

Las uñas postizas son otra opción. Y no nos referimos a esas largas uñas de porcelana o de gel que están en el mercado, sino a uñas cortas que tienen un aspecto más natural.

Los chicles o los caramelos son también un modo de mantener la boca ocupada y evitar dirigir nuestro impulso hacia las uñas.
En cualquier caso, conviene reconocer los momentos y los motivos que nos incitan a comernos las uñas para centrar nuestros esfuerzos en esos momentos concretos. Y si el hábito de mordernos las uñas ha llegado a afectar a nuestro comportamiento con los demás conviene acudir a un especialista porque puede tratarse de un trastorno psicológico más serio.

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