Malditas varices, duelen y afean a la mujer

Napoleón Fernandez

Las personas pasamos las dos terceras partes de nuestro tiempo sentadas o de pie y el resto puede presumirse que acostadas. Esto, por supuesto, tiene su precio y la factura muchas veces nos llega en forma de trastornos de la circulación periférica y de molestas y antiestéticas varices.

Las varices son esos hilillos azulados o color carmesí que afean las piernas, sobre todo de las mujeres. Ellas tienen un fuerte componente hereditario y muchas féminas piensan que son males sin importancia al que basta disimularlos usando pantalones o sayas largas, cuando en realidad es una dolencia que merece toda nuestra atención.

Generalmente las varices primero se ven y luego se sufren, dicen los especialistas. La pesadez en las piernas que provoca este padecimiento, así como el hormigueo y el dolor que producen cuando la persona camina mucho o permanece mucho tiempo en la misma postura —ya sea de pie, o sentada en un largo viaje en auto, tren o avión— son síntomas progresivos que se manifiestan con el transcurso de la enfermedad.

Si desde que se avistan por primera vez empezamos a trabajar sobre ellas con ejercicios, compresas calientes y frías, y nos controlamos el peso, podremos retrasar su progresión y evitaremos tener que llegar a los métodos quirúrgicos más radicales o a la escleroterapia, otro proceder igualmente invasivo.

Grados de las varices

Los médicos han establecido cuatro grados diferentes de progresión de la varicosis y ellos son:

Varices Grado I: Aparecen en forma de "estallido de cohete o cabeza de medusa" pero como generalmente no presentan ninguna sintomatología, el paciente no le presta mayor atención a no ser la preocupación de tipo estética.

Varices Grado II: En esta etapa aparecen várices más visibles, dilatadas y tortuosas. Un alto porcentaje de los pacientes presentan sensación de pesadez y cansancio en las piernas. Constituyen un problema para la salud y con la edad pueden producir flebitis superficiales dolorosas, o pequeñas varicorragias (sangrado de una vena)
El tratamiento de las várices en sus grados I y II no necesita asistencia quirúrgica pero como es una enfermedad evolutiva y progresiva, se precisa de un riguroso seguimiento médico para actuar precozmente sobre ellas.

Varices Grado III: quien lo padece no solo aprecia que las várices son más dilatadas y tortuosas, sino que también sufre síntomas más intensos y limitantes de su actividad cotidiana. Su remedio implica tratamiento quirúrgico.

Varices Grado IV: son las várices de tipo III con complicaciones propias de la enfermedad como pueden ser los cambios tróficos en la piel, las úlceras varicosas y el embolismo pulmonar.

Afortunadamente esta última es la más grave de las complicaciones y afortunadamente la menos frecuente. El embolismo pulmonar —muchas veces seguido por un infarto—puede costar la vida a quien lo padezca, pues produce la obstrucción de una arteria pulmonar por un coágulo proveniente de alguna de estas varices Grado III, que se ha desplazado y ha llegado a la circulación venosa profunda y de allí a las arterias pulmonares. Esta es una de las razones que hace tan importante prevenir la enfermedad y controlar su progresión.

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