Cómo resolver los problemas a tiempo

Laura Sánchez, Filóloga

Cuando hablamos de problemas en las relaciones lo primero que nos viene a la mente es una pareja, pero lo cierto es que los conflictos, las discusiones y los malentendidos pueden empañar cualquier tipo de relación, sea amorosa, de amistad, familiar o entre compañeros de trabajo. Las relaciones sociales no están exentas de conflictos, pero resolver ese conflicto a tiempo puede ser la diferencia entre estrechar lazos o romper la relación.

Conflictos en las relaciones

Estamos ligados a otras personas por emociones como el amor, el cariño, el apego, el respeto, la afinidad y hasta la costumbre. Al ser el lazo de unión entre dos personas un asunto de emociones, no siempre se puede manejar, porque tanto las emociones como los sentimientos no dejan de ser relativos y cada persona los entiende y los demuestra a su manera.

Se establece así un juego en el que pueden entrar sentimientos y actitudes de todo tipo, tanto positivas como negativas. Amor, respeto, confianza, admiración, apoyo, interés, reconocimiento o afecto son algunas de las emociones positivas que sustentan las relaciones sociales. Pero también es frecuente que aparezca la incomprensión, los celos, el ninguneo, la prepotencia o la dejadez.

Muchas veces damos por sentado que nuestros sentimientos positivos hacia la otra persona son evidentes y no nos vemos en la necesidad de mostrarlos. Ese darlo todo por hecho y la falta de sinceridad son los principales motivos por los que fracasan las relaciones sociales. Y muchas de esas relaciones rotas podrían haberse mantenido, más unidas todavía, si el malentendido se hubiera solucionado a tiempo.

Cómo resolver los problemas

El problema es que no siempre sabemos cómo resolver a tiempo un conflicto. Y una vez más acudimos a la comunicación como el sustento principal para que una relación funcione. La verdad es que no todos tenemos la misma forma de comunicarnos y que a veces no encontramos el mejor momento para hacerlo. Y es que hay personas que prefieren un abrazo de acercamiento antes que una charla, pero poner en común los diferentes puntos de vista es imprescindible para que un problema no se inmiscuya en una relación; y eso es algo que sólo se puede hacer hablando.

Ahora bien ¿cuándo hablar? Evidentemente cada situación conflictiva requiere un tiempo. Si acabamos de tener una discusión airada no conviene intentar resolverla inmediatamente, porque el enfado no nos dejará pensar con objetividad. Pero si esperamos mucho tiempo puede ocurrir que ese asunto pendiente se transforme en un resentimiento que enturbie la relación.

Por otra parte, las relaciones no siempre se quiebran por una discusión. Muchas veces, un malentendido es suficiente para romperla si ninguno se atreve a pedir explicaciones. Y es algo muy frecuente en las familias. Por eso es importante la comunicación; si ves que una persona ha cambiado de actitud cuando está contigo, lo mejor es preguntarle si le ocurre algo, porque muchas veces hacemos daño sin darnos cuenta y la persona ofendida cree que lo hemos hecho intencionadamente.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que en cualquier relación se necesitan grandes dosis de comprensión y de tolerancia, pero sobre todo de interés por mantener a esa persona en nuestra vida. Y en algún momento podemos fallar nosotras o la otra persona, pero lo que nunca puede fallar es la comunicación.

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