El exceso de responsabilidad, a un paso de la ansiedad

Las mujeres somos especialmente sensibles a sufrir ansiedad

Laura Sánchez, Filóloga

La vida actual nos impone un ritmo frenético que acaba pasándonos factura en forma de ansiedad, estrés y diferentes trastornos emocionales. En un mundo donde priman las prisas, el ansia de logros y la competitividad es difícil mantener un equilibrio emocional que nos conduzca hacia el verdadero objetivo, que es ser feliz. Porque desde muy jóvenes vivimos más pendientes de las preocupaciones y de las responsabilidades que de nosotras mismas.

Demasiadas preocupaciones

Es cierto que en estos momentos la situación está peor que nunca, pero llevamos décadas inmersas en un estilo de vida con un ritmo intenso difícil de llevar. Las mujeres somos especialmente sensibles a sufrir ansiedad por la excesiva carga de preocupaciones y responsabilidades. Y es que desde pequeñas nos empujan a tener unos estudios, conseguir un buen trabajo, encontrar una pareja ideal, formar una familia y cuidar de ella y, a ser posible mantenernos en forma, jóvenes y atractivas a pesar de todo.

Demasiada responsabilidad para una sola persona y demasiadas preocupaciones derivadas de todas estas imposiciones. Elegir una carrera con salida laboral en vez de estudiar lo que de verdad te llena; conseguir un trabajo que te permita pagar la hipoteca en vez de realizarte como persona; ascender en el trabajo para poder pagar un colegio mejor para tus hijos y un seguro médico para mantener a toda tu familia a salvo; conseguir que tu pareja permanezca unida por el bien común...

¿Dónde queda una misma en toda esta carrera vital? Es evidente que nos exigimos demasiado, que buscamos la perfección y que nos presionamos por tenerlo todo bajo control. Y este exceso de preocupaciones es el paso previo a un trastorno de ansiedad grave, porque la vida no es camino recto y sufrimos altibajos emocionales para los que no estamos preparadas, ya que nunca nos hemos dedicado un tiempo a nosotras mismas.

Demasiada responsabilidad

Llenarnos de responsabilidades es el motivo de la creciente ansiedad de la vida actual. No se trata de vivir eternamente sin ataduras ni obligaciones, como en los casos de Síndrome de Peter Pan, pero los jóvenes crecen en un mundo competitivo donde la clave es superarse a uno mismo y a los demás, creando unos niveles de autoexigencia difíciles de sobrellevar.

También es frecuente el afán de perfeccionismo, con una obsesión por que todo salga según lo que hemos previsto o lo que han previsto para nosotros. Se trata de cumplir las expectativas y no fallar nunca, ni a nuestros jefes, ni a nuestros padres, ni a nuestros hijos, ni a nuestra pareja, ni a nuestros amigos. Y así terminamos fallándonos a nosotras mismas.

Ese exceso de responsabilidad no sólo acarrea problemas como la ansiedad, sino que puede llevarnos a un desequilibrio emocional con riesgos. Las personas que sufren este exceso de responsabilidad tienden a distorsionar la realidad, creándose exigencias y obligaciones inexistentes que obviamente terminan desbordando toda su vida. Si algo hay que aprender es a establecer prioridades, no todo es lo más urgente.

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