Prejuicios, cómo nos afectan

Laura Sánchez, Filóloga

Hoy en día se promueve la diversidad, la tolerancia y el respeto hacia lo diferente, por lo que los prejuicios están mal vistos. De esta manera poca gente reconoce que tiene prejuicios racistas, o sexistas, o de otro tipo. Pero que no lo reconozcamos no quiere decir que vivamos libres de ellos y está demostrado por el grado de discriminación que sufren algunos colectivos que los prejuicios forman parte de nuestra vida.

Evitar los prejuicios

Por un mecanismo casi inconsciente tendemos a hacer categorías tanto de las situaciones como de las personas con el objetivo de ordenar el mundo y entenderlo mejor. Sin embargo, esa rapidez con la que encasillamos a una persona dentro de un grupo sin conocerla y esa facilidad con la que determinamos las características de ese grupo sin poseer la suficiente información, puede llevarnos a colocar etiquetas falsas.

Esto no dejaría de ser un asunto meramente personal si esos prejuicios no derivasen en un daño para la otra persona, ya que del prejuicio deriva la discriminación. Y no siempre es fácil detectar este comportamiento injusto. Poca gente admite que es racista porque ya nadie cree en la superioridad de una raza sobre otra y, sin embargo, las actitudes racistas persisten en nuestra sociedad.

De la misma forma, cada vez menos gente se atreve a criticar abiertamente a una persona por su orientación sexual y, sin embargo, los comentarios homófobos y la discriminación hacia los homosexuales se observan cada día. Que no se reconozca abiertamente, no quiere decir que vivamos en una sociedad abierta a la tolerancia, porque lo cierto es seguimos prejuzgando a los demás.

Los prejuicios sutiles

Si bien es verdad que hay prejuicios más evidentes como por ejemplo todos aquellos derivados del racismo, también existen otros comportamientos enjuiciadores menos evidentes. Porque cada día catalogamos a las personas sin conocerlas según nuestro propio criterio, ya sea por su forma de vestir, por el trabajo que desarrolla, por el lugar donde vive, por el coche que lleva o incluso por sus rasgos físicos.

Pero hay un tipo de prejuicios muy peligrosos, especialmente para las mujeres, que muchas veces quedan encubiertos al no ser reconocidos en una sociedad progresista y tolerante. Los prejuicios sexistas derivan en discriminación laboral hacia la mujer, pero si el machismo está mal visto y la idea general es que en la actualidad las actitudes machistas están desapareciendo, es fácil encontrar cualquier otra excusa para todas esas dificultades que tienen las mujeres al acceder a puestos de dirección. Se puede disfrazar de lo que se quiera, de incapacidad, de falta de profesionalidad, de problemas de conciliación, pero son prejuicios sexistas.

Conviene, en todo caso, mirar hacia nosotras mismas con honestidad y evaluar cuáles son esos juicios rápidos que emitimos basados en estereotipos culturales, sociales o personales. Y tener en cuenta que en otro lugar, en otra situación o rodeada de otras personas, tal vez seamos nosotras las personas discriminadas por los prejuicios de los demás.

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