Cómo afrontar el trabajo tras las vacaciones

Laura Sánchez, Filóloga

Tal y como están las cosas y con el desempleo sumando adeptos cada día, casi parece de mal gusto ir a trabajar de mala gana. Pero reconozcámoslo, volver a trabajar después del parón navideño sienta mal, muy mal. Tal vez sea por lo especial de estas vacaciones de Navidad, donde hemos tenido que lidiar con conflictos familiares, con exceso de alcohol y de comida y con las emociones a flor de piel, pero retomar el ritmo tras las Navidades es muy complicado.

El primer día de trabajo

Es casi inevitable. Llegas a tu trabajo el primer día después de las Navidades y te sientes como en otro mundo, no reconoces tu oficina, ni tu mesa de trabajo, y tal vez tengas que pedir ayuda para encender el ordenador. Te lo tomaste tan en serio la última vez que te dijeron que tenías que aprender a desconectar del trabajo, que estas Navidades te has olvidado por completo de tu profesión.

Así, es normal que el primer día te cueste mantener la concentración, que estés despistada, un poco perdida y que no te enteres de nada. Seguro que en estos días se han ido acumulando un montón de tareas y no sabes por dónde empezar. Para colmo, eso de madrugar esta mañana por primera vez en dos semanas, ha dejado en tu ánimo una tristeza de la que no te puedes desprender.

Y aunque en el fondo sabes que eres una privilegiada por tener un trabajo al que volver cada mañana (tan temprano), tu primera mañana será tan caótica que maldecirás a los mayas por haberse equivocado con la fecha del fin del mundo. Pero es muy importante que no te dejes vencer por el caos y que no alargues demasiado el periodo de adaptación para no arrastrar eternamente el trabajo pendiente.

Cómo espabilarse el primer día de trabajo

El día que te incorpores al trabajo después de las Navidades, es fundamental que te des un tiempo extra, poniendo el despertador un poco antes. Date una buena ducha y prepara un desayuno sin demasiada prisa para que el estrés no haga su aparición desde el primer momento. Una vez en la oficina, procura entrar sonriendo, no por falsedad, sino para mejorar tu propio ánimo.

Si no sabes por dónde empezar, no te agobies. Ten en cuenta que el trabajo que ha esperado dos semanas enteras puede esperar un día más. Así que es mejor que dediques la primera mañana a organizar los próximos días ordenando las tareas según la prioridad. Una vez que tengas claro qué es lo más urgente, puedes empezar a trabajar.

Para que tu primer día no se convierta en un infierno es mejor que te lo tomes con calma, evita en lo posible las reuniones y la toma de decisiones hasta que te hayas puesto al día. Y recuerda que la base de la eficacia está en una buena organización. No pasa nada porque el primer día lo ocupes en planificar tus tareas.

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