Formas de acoso sexual en el trabajo

Laura Sánchez, Filóloga

Las mujeres son las principales víctimas del acoso sexual en un mundo que aún se rige por patrones sexistas donde el hombre sigue teniendo el poder y siente la necesidad de demostrar su posición de superioridad. Esta situación de acoso se da especialmente en el ámbito laboral, donde las jerarquías están más delimitadas y se puede jugar más fácilmente con el abuso de poder. Sin embargo, no siempre es fácil reconocer que estamos sufriendo acoso sexual.

Reconocer el acoso sexual

Por si no fuera suficiente para las mujeres luchar contra la desigualdad salarial, la discriminación laboral y la tan ansiada conciliación, que aún sigue siendo cosa de mujeres, todavía nos tenemos que enfrentar a una dificultad más en el trabajo: el acoso sexual. Una práctica más común de lo que parece y que sufren miles de mujeres cada día.

Las prácticas de acoso sexual se pueden presentar bajo diferentes formas, a veces muy sutiles, por lo que resulta difícil reconocerlas. Además suele ser un proceso largo que va mermando la autoestima de la víctima, por no hablar de las consecuencias para la salud que puede tener una situación como ésta. Evidentemente tu jefe no te va a presionar para que tengas relaciones sexuales con él el primer día de trabajo, sino que el acoso comienza de una forma sutil escondida en halagos y demostraciones de superioridad.

Como la línea entre lo que es delito y lo que es un comportamiento marcado por una sociedad machista es muy fina, debemos ser cautelosas al respecto. No puedes hacer nada si tu compañero de trabajo te dice lo bien que te sienta ese traje hoy, pero presta atención a su mirada y su lenguaje corporal para saber si se trata de un piropo educado o está buscando algo más.

Cómo reaccionar ante el acoso sexual

Debes tener en cuenta que el acoso sexual atenta directamente contra tu libertad, por lo que no tienes que sentirte culpable al denunciar una situación así. La lógica es la que puede ayudarte a determinar si estás sufriendo acoso o no. Y recuerda que la ley está de tu parte, pero la sociedad no. Si tus compañeros se dedican a hacer chistes sexistas, lo único que puedes hacer es señalar su mal gusto y su pésima educación, pero no tienes por qué tolerar que alguien invada tu espacio físico o te toque aunque vaya disfrazado de una llamada de atención.

Para algunas personas es una costumbre poner la mano en el hombro, por ejemplo, a la persona con la que están hablando. Pero si ese gesto va acompañado de miradas lascivas o insinuaciones sobre aspectos íntimos, tendrás que frenar ese comportamiento antes de que vaya a más. Porque si eres capaz de frenarlo a tiempo y poner distancia, evitarás entrar en una delicada situación que puede llevarte a la depresión.

Desgraciadamente, el acoso sexual es una de esas prácticas difíciles de demostrar, y no siempre vas a poder frenarlo a tiempo. En cuanto veas que las insinuaciones se convierten en llamadas o mails presionándote, no lo pienses más y denúncialo.

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