Carne de caballo, tartas... Escándalo Ikea y otras crisis alimentarias

Mario Jiménez

Vivimos en un mundo en el que las desigualdades alimentarias son monstruosas y dramásticos contrastes se producen diariamente entre los países desarrollados, que tiran comida en buen estado, y el llamado tercer mundo, que se muere de hambre. Si este hecho ya es una tragedia, los escándalos alimenticios empiezan a multiplicarse. 

Primero fue la carne de caballo, una estafa, ya que se vendían grandes cantidades de carne de equino como si fuera de vacuno. Sin dudar de su carácter inofensivo para la salud, el hecho de que fuera habitual en salsas o hamburguesas sin ningún tipo de información al consumidor, se ha convertido en un escándalo mundial. Europa y, en particular, Reino Unido intentan buscar nuevas normativas que aclaren una polémica que aún no ha vivido su último capítulo.

En medio de ese escándalo, Ikea tuvo su primera gran aparición cuando se descubrieron restos de carne de caballo en las albóndigas que ofrecía en sus restaurantes. Por supuesto, se procedió a retirar estos productos de las tiendas de países como España. 

Nada hacía sospechar que la cadena sueca tendría que enfrentarse a otro escándalo pocos días después. Las autoridades chinas de alimentación encontraron una cantidad sopechosa de bacterias fecales en su tarta de almendras. A pesar de lo sorprendente de la noticia, Ikea se ha apresurado nuevamente a retirar de sus 23 países este postre e intenta defenderse como puede del escándalo.

Huevos y cerveza: los otros escándalos alimentarios

Si las bacterias fecales y la estafa de la carne de caballo ya han asombrado al mundo y han despertado una fiebre por conocer exactamente qué comemos, no son los únicos casos que encontramos.

Alemania vive una gran polémica con los huevos. El gobierno ha tenido que intervenir en otra posible estafa de una empresa de huevos supuestamente ecológicos que han resultado ser exactamente igual que los comunes según los resultados de los análisis a los que se han visto sometidos.

Si Europa alucina con la carne de caballo, Estados Unidos no respira tranquilidad. En esta ocasión, la preocupación tiene que ver con Budweisser, la tradicional marca que ha sido acusada de vender cerveza aguada. Con el objetivo de ahorrar costes, la empresa estadounidense habría utilizado una mayor cantidad de agua de la recomendada disminuyendo la calidad de un producto que venden  como si no hubiera sufrido variación alguna.

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