Los peligros de los alimentos industriales

Marta Valle

La industria de alimentos ha sufrido, en las últimas décadas, una gran y profusa transformación debido a las modificaciones en las rutinas diarias y, ante todo, a la escasez de tiempo que sufrimos  frecuentemente. Los modelos laborales actuales exigen de los trabajadores que hagamos largas jornadas fuera de la vivienda habitual, por lo que la disponibilidad para preparar comidas no resulta siempre suficiente.

Esta falta de tiempo provoca que de forma habitual recurramos a alimentos artificiales, en muchas ocasiones de calidad dudosa, que pueden contener componentes potencialmente peligrosos para nuestro organismo, especialmente en ancianos, niños y embarazadas. Para la elaboración de este tipo de productos industriales pueden llegar a emplearse colorantes, conservantes, pesticidas, productos transgénicos u hormonas.

Las productoras de alimentos pueden amenazar nuestra salud 

Un grupo de investigadores internacionales ha llevado a cabo un informe titulado 'Profits and pandemics: prevention of harmful effects of tobacco, alcohol and ultra-processed food and drink industrie'.  Según este grupo de profesores y médicos procedentes de diversos países como Australia, el Reino Unido y Brasil, las grandes compañías de alimentos cómo Nestlé, Kraft, Pepsico, Mars o Tesco han generado, a través de sus productos, una gran y progresiva epidemia de graves enfermedades cómo las dolencias cardiovasculares, el cáncer o la diabetes.

Dichos estudiosos apelan a un riguroso control en el consumo de este tipo de alimentos cómo único método efectivo de reducir las tasas de mortalidad entre los consumidores. Estas grandes empresas, siempre según el informe, tienen cómo único objetivo la comercialización de sus productos y para ello recurren a estrategias publicitarias muy agresivas que, en última instancia, instan a su compra e ingesta.

¿Productos naturales cómo alternativa?

Resulta obvio plasmar que la preparación en casa de la comida resulta el método ideal para prescindir del consumo de cualquier clase de alimento industrial. El tradicional modelo de la tartera puede, sin duda, evitarnos muchos disgustos en forma de desequilibrios nutricionales.

El consumo de productos frescos y naturales parece, por tanto, la mejor vía para mantener una dieta saludable. Además, siempre puede combinarse con el mantenimiento de una planificación semanal del menú que ingerimos diariamente. Y, por supuesto, acudir a nuestro supermercado de confianza y hacer acopio de los alimentos con los que vamos a cocinar nuestros platos favoritos. De este modo, consumiremos comidas con un mayor contenido nutritivo y, probablemente, a corto plazo podremos conseguir que nuestra dieta resulte bastante más económica a la par que sana y equilibrada

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