El pasajero perfecto: lo que no soportan las azafatas

Laura Sánchez, Filóloga

Los viajes en avión son hoy accesibles a todos los bolsillos, gracias en parte a las compañías low cost, pero también al cambio de percepción que se ha producido en los últimos años respecto a las formas de ocio, convirtiéndose el turismo en casi una necesidad. Sea como sea, el caso es que ahora viajamos más, y uno de los medios de transporte preferidos es el avión, así que los vuelos se están convirtiendo en algo habitual en nuestras vidas. Pero nos preguntamos si realmente sabemos comportarnos correctamente en un avión.

El pasajero perfecto

El buscador de vuelos Skyscanner ha realizado una encuesta entre más de 700 auxiliares de vuelo de todo el mundo para conocer de primera mano cómo es el pasajero perfecto y cuáles son los comportamientos que menos toleran y que les hacen su trabajo mucho más difícil. El resultado de la encuesta es contundente. El pasajero perfecto es ese hombre de entre 30-40 años que viaja por motivos de placer.

Gracias a esta encuesta, conocemos un poco más de cuáles son los malos hábitos de los pasajeros en los vuelos. Así, sabemos que llamar la atención de los auxiliares de vuelo chasqueando los dedos es un comportamiento que denota una gran falta de educación y que probablemente haga que seas atendido con menos ganas. Levantarte de tu asiento antes de lo permitido es algo que tampoco gusta a los tripulantes de cabina, como tampoco llevan bien que te excedas con el equipaje de mano y luego te quejes de que hay poco sitio en los compartimentos.

Algo que molesta especialmente es que el pasajero hable durante las explicaciones de seguridad y que deje basura en el bolsillo del asiento tampoco está muy bien visto. De todas formas, a pesar de lo molestos que podemos resultar como pasajeros, los auxiliares de vuelo prefieren trabajar con los viajeros de la clase turista, lo que viene a demostrar que la educación no es una cuestión de dinero.

Las quejas de los pasajeros

Lo cierto es que no estaría de más revisar nuestro comportamiento a bordo, porque es verdad que hay vuelos que se convierten en una auténtica tortura. Porque hay personas que se olvidan de que tenemos que pasar unas cuantas horas en un espacio bastante reducido y que, por ejemplo, a la gente que intenta dormir le va a molestar que hables muy alto o grites con tu compañero.

Los niños son pasajeros especialmente problemáticos porque no se trata de las molestias que pueda ocasionar el llanto continuo de un niño, que es algo que no se puede evitar, sino que lo que más molesta es la dejadez de esos padres que no hacen nada mientras el niño se dedica a dar pataditas en el asiento delantero. Una situación de la que no puedes escapar de ninguna de las maneras.

Y también podríamos quejarnos, como pasajeros que somos, de algunas de las actitudes de las compañías aéreas y, por qué no, también de algunos tripulantes de cabina, como las colas en el aeropuerto, los problemas por exceso de equipaje o la calidad del catering que va decreciendo en cada vuelo que hacemos.

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