Los efectos de un control excesivo en el trabajo

Laura Sánchez, Filóloga

Hablamos muchas veces de cómo conseguir un buen ambiente laboral, de cómo relacionarnos con nuestros compañeros de trabajo para que no surjan celos o traiciones, de la necesidad de empezar la jornada con optimismo, de los trucos para organizarnos mejor y de los secretos de la conciliación de la vida familiar y laboral. Todo ello dirigido a conseguir una mayor eficiencia y productividad, a rendir más y mejor y a conseguir la motivación necesaria para ser las mejores. Sin embargo, todas estas medidas se dirigen hacia nosotras mismas y hacia nuestra actitud, sin tener en cuenta las trabas que podemos encontrarnos por parte de nuestros jefes.

El control excesivo disminuye la productividad

Sabemos que las empresas miran con lupa los currículums de los candidatos y que los someten a complicados procesos de selección con el fin de contratar a la persona idónea. Lo que no sabemos es cómo han conseguido su puesto todos esos jefes que son incapaces de motivar a la plantilla.

Es el caso de esa actitud que cada vez está siendo más frecuente de exigir a los trabajadores que hagan un informe de todas sus actividades laborales. Esto significa que además de hacer tu trabajo vas a tener que informar punto por punto de todo aquello que has hecho. Significa también una pérdida de tiempo, porque un buen jefe tendrá que darse cuenta de si has hecho tu trabajo o no sin necesidad de que le presentes un informe.

No vamos a entrar en todas esas políticas casi policiales de controlar al empleado con cámaras de videovigilancia, de restringir sus horarios de comida o de descanso o de pedir cuentas cada vez que se levanta de su mesa de trabajo. El caso es que un excesivo control por parte de los superiores no sólo desmotiva enormemente al trabajador, sino que además disminuye la productivad.

Crear un buen ambiente laboral

Esto es algo que deberían tener en cuenta todos esos jefes que, escudados en su afán de perfeccionismo, necesitan estar al tanto de cada movimiento de sus trabajadores. Un voto de confianza hacia la profesionalidad del trabajador es mucho más efectiva que un control exhaustivo de lo que hace.

Si a un trabajador se le exige que sea responsable, que sepa trabajar en equipo y que sepa delegar, lo lógico es que el propio jefe sea capaz de hacer lo mismo. Y además de eso, tendría que ser capaz de motivar al trabajador en forma de reconcimiento de su trabajo.

Y es que un buen ambiente laboral es fundamental para la productividad y para la estabilidad de los trabajadores. Pero conseguirlo no depende únicamente de la plantilla, sino también de la buena disposición de los superiores y de los recursos que estén dispuestos a destinar para promover la motivación en el trabajo.

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