Fecundación in vitro: resuelve tus dudas

Saúl C. Montaño Quintanilla

Para algunas parejas, la búsqueda de un embarazo puede ser más complicada de lo normal. A veces los espermatozoides son demasiado débiles, la mujer ha pasado por una ligadura de trompas o la inseminación artificial se muestra poco efectiva. Para todos estos problemas, la ciencia ha ofrecido una alternativa: la fecundación in vitro.

Un poco de historia

El 10 de noviembre de 1977 los médicos transfirieron al útero materno un embrión de ocho células que resultó viable y el 25 de julio de 1978, en Oldham, nació Louise Brown, la primera niña concebida in vitro. El éxito de esta operación provocó otros éxitos sucesivos. Dos años más tarde, en Melbourne, nació el segundo "bebé probeta", y en 1982 nació Elizabeth Carr en Estados Unidos. Desde el primer caso exitoso de fecundación in vitro han nacido más de tres millones de "niños probeta". Muchos de ellos, incluyendo la propia Louise, fueron padres y madres sin asistencia médica.

En qué consiste

Esta técnica de reproducción asistida consiste en cinco pasos muy básicos. A partir del segundo día de la menstruación, se procede a la estimulación ovárica. Esto consiste en la inyección de hormonas en el cuerpo de la mujer para estimular la ovulación. Esta primer aparte del proceso se lleva a cabo bajo estrictos controles médicos que controlan el estado del cuerpo femenino y la cantidad de hormonas en la sangre. Unas semanas más tarde, se procede a la extracción de los ovocitos. Este proceso no se lleva a cabo por cirurgía. Hoy en día solo es necesario una aguja guiada por ultrasondos, por lo que la anestesia y la hospitalización no son necesarias.

Una vez se han extraído los ovocitos, estos se fecundan en una placa de petri con el semen previamente purificado y preparado. Si se ha conseguido fecundar el ovocito, los médicos esperaran tres días, cuando el óvulo se haya dividido hasta llegar a las 8 células, para implantarlo en el útero de la mujer. El proceso de cultivo puede alargarse, de manera que el embrión no se implantará en el útero hasta pasados unos 4 o 5 días.

Una vez se ha transferido el embrión, se recomienda un período de descanso en la clínica. Asimismo, en los días posteriores, la futura madre debe mantener una baja actividad y mantenerse relajada. Es posible que se produzcan calambres abdominales, pero esto no debe preocupar a los futuros padres porque desaparecen en poco tiempo.

Técnicas complementarias

El FIV puede ir acompañado de la congelación de ovocitos, para preservar aquellos ovocitos más fértiles de la mujer que no puede fecundar de forma natural por problemas de salud o personales, pero que desea conservar para poder ser madre en un futuro. También se pueden congelar los embriones. De hecho esto se hace con los embriones no transferidos, para tener otros embriones que implantar en el cuerpo de la mujer si la primera fecundación no tiene éxito.

La congelación de embriones puede dificultar el proceso natural de eclosión del embrión, por lo que entonces se recurre a la eclosión asistida, que consiste en perforar la membrana externa del embrión antes de realizar la transferencia. De esta manera se facilita la implantación del embrión en el útero.

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