Historias de amor clásicas: María Callas y Aristóteles Onassis

Laura Sánchez, Filóloga

No todas las historias de amor son dulces como tampoco todas tienen un final feliz. Pero no por ello son menos historias de amor, ni menos intensas, ni menos pasionales. Y es que hay historias de amor condenadas al fracaso, por ser un amor tóxico, por no ser correspondido, por ser una historia de amor imposible o simplemente porque el tiempo es capaz de ensuciar cualquier final feliz.

El caso de María Callas y Aristóteles Onassis es una de esas historias de amor clásicas, también una de esas historias de amor tristes capaces de sobrecoger a cualquiera por toda esa carga de toxicidad y dramatismo. Enamorada del hombre equivocado bien podría ser el título de esta historia de amor de María Callas y Onassis.

El capricho de Aristóteles Onassis

El armador griego Aristóteles Onassis era hacia 1950 uno de los hombres más ricos del mundo. Aprovechaba bien su estatus disfrutando de fiestas glamurosas y cruceros por el mediterráneo en compañía de la alta sociedad, entre los que se incluían el Príncipe Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. Fue en uno de esos cruceros donde conoció a la que por entonces era una auténtica diva de la ópera en el más amplio sentido de la palabra, María Callas. En ese momento comenzó una apasionada pero triste historia de amor.

Y el armador se encaprichó de la cantante. Y por supuesto que la consiguió. Consiguió que la famosa Callas abandonara a su marido para entregarse por completo a su papel de amante de Onassis, un papel que no era exclusivo para ella. Orgulloso de su conquista, Aristóteles Onassis pulió a María Callas, en fondo y en forma, modelando su apariencia y sus emociones. La verdad es que María no podía con tanto amor; la verdad es que Aristóteles era un hombre tóxico.

María Callas escondía sus complejos y su falta de autoestima con grandes dosis de soberbia y frivolidad, mientras intentaba superar sus carencias afectivas con el hombre equivocado, con un hombre que la consideraba un objeto digno de exhibición, pero un objeto al fin y al cabo.

El amor obsesivo de María Callas

Nadie ha contando nunca qué es lo que vio una exitosa cantante de ópera en un hombre que bien podría haber sido el abanderado de la ideología patriarcal y machista, pero los rumores apuntan no solo a su cuenta corriente, sino a una habilidad inusual en las artes amatorias. En cualquier caso, lo que para Onassis era un capricho, para María fue una obsesión.

Y es que María Callas era capaz de hacer cualquier cosa por mantener su historia de amor. Como abortar porque Onassis no quería un hijo bastardo y como operarse para no tener más hijos y que su amor disfrutara de ella sin reservas. Pero seguía habiendo muchas reservas y la principal era la esposa del armador, de la que se negaba a divorciarse a pesar de las súplicas de María.

Durante unos años María Callas y Aristóteles Onassis pasearon su historia de amor por todo el mundo, como máximos exponentes del amor más pasional, más visceral, más dependiente, más obsesivo. Finalmente Onassis se divorció de su mujer, pero no fue para casarse con María Callas, sino con la viuda de Kennedy. Así las cosas, el juguete que fue abandonado por otro, se retiró a un segundo plano hasta la muerte de Aristóteles, al que sobrevivió poco tiempo. Hay quien dice que la diva murió de tristeza.

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