Historia de amor de niños: caramelos de fresa

Laura Sánchez, Filóloga

Ya en la guardería, él le ofreció un caramelo de fresa a ella. Ella le sonrió, cogió el caramelo y le volvió a sonreír. Y con un caramelo de fresa comenzó una preciosa historia de amor infantil. Porque los niños también tienen sus preferencias, también quieren a alguien especial en su vida. Esta es una historia de amor de niños, pero no por infantil es menos amor.

Empezar una vida con amor

A pesar de tener poco más de diez años, Pablo y Andrea eran una de las parejas más consolidadas del barrio, no en vano llevaban ya seis años juntos. Salvando las distancias con una pareja de adultos, los dos niños procuraban no separarse ni un instante. Y lo tenían fácil, pues a la guardería, le siguió el mismo colegio y fines de semana compartidos por ambas familias.

Las familias de Pablo y Andrea, encontraron en la amistad especial de sus hijos el mejor motivo para socializar entre ellos y extender el cariño de los niños hacia los adultos. Los fines de semana se convertían en tres parejas. Patinar, una barbacoa, una salida al campo, una visita al museo...todo se hacía pensando en los dos niños que no querían separarse.

Incluso estuvieron a punto de planear las vacaciones de verano juntos, ya que los niños empezaban a ponerse tristes un mes antes de las vacaciones ante la inminente separación. Sin embargo, no pudieron ponerse de acuerdo. Con diez años que tenían ya, a la tristeza se le sumaba la rebeldía y ambos niños decidieron que no les importaban los planes de sus padres, que ellos seguirían juntos todo el verano.

Creer en el amor desde niños

Una mañana de domingo, Pablo fue a buscar a Andrea más temprano de lo habitual. Mientras saboreaban un caramelo de fresa, Pablo le contó sus planes a Andrea y al poco rato los dos niños salían de casa con sendas mochilas a la espalda. Así empezaron su aventura de verano. Pablo lo tenía todo bien organizado. Se escaparían juntos, se irían lejos, sin escándalos, y volverían pasado el verano a recuperar la normalidad.

Dejaron una nota a sus padres para que no se preocuparan, ya que su intención no era hacer sufrir a nadie. Tan solo tenían querían pasar el verano juntos. Tenían muy claro lo que querían y lo iban a conseguir. Así que se lanzaron a la carretera a esperar el primer autobús que pasara. ¿A dónde?

Pablo y Andrea tenían a su favor una gran determinación y juntos se creían capaces de cualquier cosa. Sin embargo, en su contra jugaba su edad. El primer vecino que vio a los dos niños esperando el autobús avisó a sus padres, con lo que su fuga duró apenas media hora. Y así terminó su aventura de verano que frustró sus planes de pasar el verano juntos. Solo el tiempo podrá contar lo que ocurra después del verano con esta historia de amor.

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