Las etapas del amor: de príncipe a sapo

Laura Sánchez, Filóloga

En asuntos de amor nos engañan desde la más tierna infancia. Los cuentos nos hablan de dulces muchachas que se atreven a besar a feos sapos porque es la manera de que se conviertan en príncipes. Pero cómo ha cambiado el cuento. Hoy en día nos pasamos media vida besando sapos que no han adquirido esa sana costumbre de convertirse en príncipes. Y cuando, gracias al azar, a Cupido o a las feromonas, encontramos a nuestro príncipe azul, resulta que hace el proceso inverso y con el tiempo acaba transformándose en un desagradable sapo. ¿Cómo pudo ocurrir?

La evolución del amor

Empieza con una mirada y va del tanteo al tonteo, del tonteo al deseo y, finalmente, del deseo al desapego. Este es el esquema que suele representar la evolución del amor. Y conocemos la explicación de este fenómeno que convierte al amor de nuestra vida en un personaje que nos es del todo indiferente; lo que no conocemos es la forma de frenar esta evolución y conseguir un final feliz.

Todas somos conscientes de que el amor es ciego y cuando nos enamoramos tendemos a idealizar a ese hombre que tenemos a nuestro lado. Y es que nos gusta todo de él, nos parece atractivo, nos llena intelectualmente, es sensible, interesante y además nos hace reír. Obviamente no se puede pedir más; parece que por fin hemos encontrado a nuestro hombre ideal.

Pero resulta que conforme el tiempo avanza y la relación se consolida, todo se va transformando. Nuestra ceguera de amor va dejando paso a un espíritu crítico (quizás demasiado crítico) y la convivencia saca a la luz los aspectos más escabrosos de nuestra pareja. Ese hombre con el que discutes por las tareas del hogar y por las facturas poco tiene que ver con aquél príncipe del que te enamoraste.

Cuentos con final feliz

Los expertos no se ponen de acuerdo en cuánto dura esa etapa de enamoramiento e idealización de la pareja, pero insisten en estar atentas a esos primeros signos de desamor, porque se trata del momento preciso en el que realmente podemos empezar a construir una relación. Porque libres ya de efectos especiales o engañosos, es cuando podemos valorar si ese hombre es en verdad la persona con la que queremos compartir nuestra vida.

Cuando ese hombre del que nos enamoramos pierde toda la ornamentación mítica de las primeras etapas del amor, se convierte en un hombre real, de carne y hueso, y es ese precisamente con el que tenemos que convivir. Así que será mejor pararnos a reflexionar cuántas de las decepciones que nos llevamos se producen porque realmente no nos gusta su actitud y cuántas son producto del desajuste entre lo que creíamos y lo que en realidad es.

Porque hay que tener en cuenta que a él le estará pasando lo mismo; que el amor no es ciego únicamente para las mujeres y que probablemente ahora esté descubriendo aspectos de ti que no le agraden en absoluto. Se impone la tolerancia y la comprensión para ambos y, a no ser que ese hombre que has redescubierto te resulte totalmente insoportable, nunca está de más apostar por el corazón. Al fin y al cabo, aún mantendrá algo de todo aquello que te enamoró.

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