Historia de amor a distancia: ¿la distancia es el olvido?

Kilómetros de amor

Laura Sánchez, Filóloga

Cuando Alba le contaba a alguien los kilómetros que la separaban de su novio, todos pensaban inevitablemente que se trataba de una de esas historias de amor que se gestan en Internet, se consolidan en algún chat y se apagan en cuanto uno de los dos conoce a alguien más "real". Pero la verdad es que no era así, la verdad es que Alba y Jose se conocían desde que eran niños.

Cuando eran niños vivían en la misma calle, iban juntos al colegio y compartían amistades. Fue en el instituto cuando comenzó su historia de amor, en una relación llena de los vaivenes típicos de la adolescencia pero que poseía la base de los amores eternos, es decir el conocimiento del otro mejor que el de uno mismo y el inmenso respeto por una vida compartida desde el principio.

Una historia de amor tranquila

No había complicaciones para su historia de amor, no era un amor prohibido porque sus familias no pusieron ningún impedimento, tampoco era un amor tóxico dominado por las traiciones y los engaños, ni siquiera era un amor excéntrico lleno de aventura y riesgo. Era una historia de amor normal, pero a la vez imperturbable frente a la normalidad.

La pareja perfecta, los novios que llevaban juntos desde siempre, la relación consolidada que iba despacio pero segura se tambaleó el día que la familia de Jose decidió mudarse tan lejos. Jose tuvo que irse con su familia para poder terminar la universidad y labrarse un futuro. Y Alba hizo lo mismo, seguir en el mismo lugar y esperar mientras ella también se labraba su futuro.

Dos futuros que necesitaban estar unidos pero que, de momento, estaban tan distantes. Alba salía con sus amigas, conocía gente, se divertía. Intentaba por todos los medios continuar con su vida, seguir viva mientras por dentro se sentía vacía. Le faltaba Jose, por mucho que desde la distancia ambos vacíos se buscaran cada noche en largas conversaciones online.

¿La distancia es el olvido?

Y ambos eran personas realistas, ambos creían en el amor, pero no que el amor lo puede todo. Por eso temían que su historia de amor terminara difuminándose suavemente hasta convertirse en una amistad de toda la vida o, peor aún, en un amor platónico imposible de materializar. El tiempo jugaba en su contra tanto como la distancia, pero descubrieron la manera de mantenerse unidos.

Tenían una cita cada noche frente a la pantalla del ordenador. Como cualquier pareja que llega a casa, terminada la jornada, se contaban cómo les había ido el día, hasta el más mínimo detalle. Después pasaban a su ración de planes de un futuro juntos, cómo harían el acercamiento, las diferentes posibilidades laborales, la casita que iban a compartir y más y más planes.

Y tampoco faltaba la pasión. Aprendieron a seguir deseándose en la distancia, aprendieron a mantener la pasión vía online y hasta a calmar sus ansias del otro con momentos de amor cibernético. Aprendieron muchas cosas, todas las que hacían falta para seguir siendo una pareja unida incluso en la distancia. Hasta que el tiempo quisiera acercarlos.

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