Historia de amor con un hombre antisocial: aislados en el amor

Laura Sánchez, Filóloga

A Nuria siempre le había encantado la timidez de Edu. Era una de las cosas que la habían enamorado cuando le conoció en un curso para desempleados. Su carácter tranquilo, calmado, pausado, su tono de voz bajo que proporcionaba paz y a la vez seguridad. La tranquilidad de Edu contrastaba con el volcán de Nuria, algo que garantizaba una historia de amor por aquello de que los polos opuestos se atraen.

Conociéndose a solas

Lo cierto es que lo que más le había gustado a Nuria era el físico. Edu rondaba los cuarenta y tenía un aspecto cuidadosamente abandonado, con barba de tres días, peinado aparentemente despeinado y siempre vestido de negro que realzaba el verde de sus ojos. Esa era la verdad, que Edu era un cañonazo en toda regla, aunque él ni siquiera era consciente.

Edu solo era consciente de su temor a hablar en público, de parecer pesado o aburrido o poco inteligente. O algo así. A Edu no se le daban bien las relaciones sociales y eso era lo único de lo que era consciente. Por eso cuando conoció a Nuria en aquel curso se lamentó una vez más de sus escasas capacidades sociales porque le pareció la mujer más preciosa que había visto nunca. Pero no sería para él.

Por suerte para él, Nuria no iba a dejar que aquella sonrisa a medias, aquella mirada de refilón se dejase perder y, viendo sus problemas para lanzarse en público, maquinó un encuentro a solas. Así mejor, porque Edu se manejaba mucho mejor en las distancias cortas y si no había gente de por medio, tanto mejor.

Amar a solas

Nuria fue conociendo poco a poco a un Edu inteligente, interesante, un conversador apasionante y con un sentido del humor muy elegante. Sin duda alguna, Edu ganaba en la intimidad y se aproximaba peligrosamente a lo que ella consideraba el hombre de su vida. Solo había un problema. Edu era antisocial, se ponía tremendamente nervioso en cuanto quedaban con amigos, o con familiares, o con compañeros. Y se quedaba en silencio intentando no ahogarse durante toda la velada.

Así que si Nuria quería disfrutar de su amor, tenía que hacerlo a solas, porque Edu se bloqueaba totalmente en sociedad. Y la verdad es que estaba loca por aquel hombre, la colmaba en todos los sentidos, se sentía repleta de amor. Pero ese amor se iba escapando por un resquicio de su alma, una brecha minúscula que iba haciéndose más y más grande cada vez que Nuria rechazaba alguna invitación para algún evento.

Y es que Nuria no dudaba en proteger a su amor evitando exponerle a situaciones para él complicadas. Y según pasaba el tiempo, Nuria se iba apagando, y su chispa, y su ingenio y su sonrisa también. Porque Nuria necesitaba a la gente, el ruido, el bullicio, las carcajadas. Pero su amor por Edu era más fuerte, así que estaba dispuesta a desaparecer aislada en su amor, si no hubiera sido porque Edu llegó un día con semblante triste, diciéndole que se había terminado. Le dijo a Nuria que ya no estaba enamorado, que ella ya no era la misma, que había cambiado.

 

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