La Planchada: una leyenda mexicana que te enseñará a amarte a ti misma

Conoce la verdadera historia que se esconde detrás de la enfermera del Hospital de Juárez (México)

Azucena Zarzuela, Periodista
En este artículo
  1. Así es La Planchada, el fantasma de una enfermera en el Hospital de Juárez (México)
  2. Moraleja de esta leyenda mexicana: refuerza tu autoestima y valórate 

La leyenda mexicana de La Planchada

Aún no se ha ganado la guerra. Bien es cierto que movimientos como #MeToo o gobiernos que apuestan por la igualdad en sus leyes empiezan a ser una realidad y dan visibilidad a las mujeres a la par que exigen un lugar para ellas que por derecho les pertenece. Pero no nos engañemos. Aún queda mucho camino que andar y muchas barreras que derribar. Muchas mujeres viven silenciadas y culturalmente, desde oriente a occidente, sigue habiendo distintas varas de medir dependiendo de si alguien es hombre o mujer.

Seguro que en más de una ocasión habrás oído a alguna mujer decir eso de 'nosotras somos nuestras peores enemigas e igual de machistas o incluso más que los hombres'. Desde Diario Femenino queremos decir 'BASTA'. Basta de depender siempre de un hombre, basta de ser su sombra, basta de arruinar nuestra vida por ellos. Y para muestra un botón: la archiconocida leyenda mexicana de La Planchada. Te aseguramos que después de leerla empezarás a quererte muchísimo más a ti misma.

Así es La Planchada, el fantasma de una enfermera en el Hospital de Juárez (México)

Probablemente esta historia sea una de las más conocidas en tierras mexicanas. Tanto es así, que ha sido exportada a Europa y muchos ahora reivindican su paternidad. Pero no nos confundamos, sus orígenes reales se hallan en Ciudad de México, aunque ha pasado por tantas bocas que ya no se sabe dónde se encuentra la realidad o dónde está la ficción. De las muchas versiones que circulan, nosotras nos quedamos con la más trágica y famosa, la leyenda de un fantasmal personaje que atiende y cuida a los enfermos.

Nuestra protagonista se llama Eulalia y nuestro escenario es el Hospital de Juárez. Como si de un cuento de princesas se tratara, el narrador nos presenta a una joven guapa, rubia y de ojos claros. Su amor al prójimo la llevaría a convertirse en enfermera, pero no en una enfermera cualquiera, sino en la más profesional y diligente en sus quehaceres. Tanto que no había quien se le pudiese comparar. Y ni hablar de su inigualable apariencia, siempre impecable, con un uniforme que no conocía ni la sangre ni los efluvios que los cuerpos de los enfermos dejan como huella. Siempre limpia y bien almidonada acabó siendo apodada 'La Planchada'.

Y como no hay princesa sin príncipe es el turno de presentar a Joaquín. Al tiempo, un nuevo médico llegó al Hospital para sumarse a la plantilla. Cuando Eulalia posó los ojos sobre él supo que estaba enamorada. Él era su felicidad, su objetivo. No veía más allá de él. Pero Joaquín no buscaba el amor, sólo divertirse. No sólo era experto en medicina, también en coquetear con otras enfermeras. El príncipe nos salió rana.

Eulalia acabó siendo la prometida del afamado médico y, aunque prevenida y avisada de los devaneos de su amado, ella no quería dar credibilidad a lo que consideraba habladurías. El buen doctor decidió partir a un seminario de 15 días, prometiendo desposarla a su regreso. Pero la mentira era ya insostenible. Un enfermero decidió quitarle la venda de los ojos a la pobre Eulalia. Trató de explicarle que Joaquín había renunciado a su cargo en el Hospital y que se encontraba de luna de miel con su ya esposa. Incredulidad fue su respuesta. Pero el paso de los días y al no regresar su amado acabó por imponerse la verdad sobre Eulalia.

Moraleja de esta leyenda mexicana: refuerza tu autoestima y valórate 

Moraleja en la leyenda mexicana de La Planchada

Ya nada sería igual. El desamor la convirtió en un alma en pena. Eulalia dejó de ser la enfermera cariñosa y hacendosa para convertirse en una mujer malhumorada y amargada. Tanto que su trabajo se resintió de su carácter y acabó por cometer no pocas negligencias. El desprecio y la indiferencia eran ahora las herramientas con las que trataba a sus pacientes.

La decepción amorosa la consumió hasta que cayó enferma. Ahora ella era la paciente y fue entonces cuando comprendió cómo había desperdiciado su vida y lo poco que se había valorado. En su lecho de muerte tuvo tiempo de arrepentirse del mal trato que había dispensado a los enfermos y falleció con el deseo de poder enmendar de alguna forma sus errores.

Y vaya si los enmendó. Ahora su espíritu vaga por el Hospital y no son pocos los pacientes que aseguran haber sido atendidos por una mujer que cumple con las características de Eulalia. Incluso, personal del centro médico asevera sentir como alguien les despierta al tocarles en el hombro cuando se quedan dormidos en sus largos turnos de guardia.

Eulalia fue una mujer, como tantas otras, que se enamoró y padeció los abusos y mentiras de un hombre. Amar es lindo y a veces no acertamos en nuestra elección. Pero eso no es malo, también se aprende de los errores. Lo malo es dejarse de querer a una misma.

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