La solución definitiva para una piel suave y sana

Marta Valle

Solución definitiva para una piel suave y sana

Conseguir disponer de una piel suave a la par que sana no tiene porqué convertirse en una tarea ardua y compleja. Todas pretendemos conservar una dermis tersa y sin arrugas durante el mayor tiempo posible, cuestión a la que tendemos a dedicar numerosos recursos a lo largo de nuestras vidas. De hecho, el cuidado de la belleza personal está asociado al gasto de cantidades ingentes de dinero, sin que esa inversión suponga, desde un punto de vista objetivo, una garantía para conseguir lo que queremos.

Tratamientos definitivos para una piel suave y sana

La limpieza que abordamos diariamente ha de realizarse con productos suaves que no sean susceptibles de alterar el manto ácido de la piel, que no irriten ni se encuentren excesivamente perfumados y que, sobre todo, ayuden a eliminar tanto la grasa como la suciedad que se hayan acumulado a lo largo de la jornada. Hemos de utilizar, además, materiales que no raspen ni froten de forma agresiva la epidermis. Una vez a la semana podemos proceder a realizar una labor de exfoliación, de forma que la limpieza sea más profunda. Para ello, podemos usar tanto productos cosméticos al uso -siempre y cuando se adapten a nuestra tipología de piel- como remedios de índole casera.

Eliminar los puntos negros resulta otra de nuestras grandes preocupaciones a la hora de conseguir una piel suave y sana. Para ello, podemos utilizar mascarillas que se apliquen directamente sobre la zona afectada con el objetivo de conseguir resultados lo antes posible. Para este proceso no es necesario realizar grandes inversiones económicas, ya que con productos que tengamos en nuestro domicilio -leche y migajas de pan, por ejemplo- podremos elaborar un ungüento excelente para tal cometido.

Por último, habremos de utilizar productos que garanticen la recuperación de la hidratación perdida no sólo durante el seguimiento de los procesos anteriores sino también ante la exposición directa de la piel a eventos meteorológicos como el frío y el viento. El objetivo es que la epidermis absorba, ya sea de forma activa o pasiva, la suficiente agua como para que no se generen anomalías en la piel prematuramente.

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