Las variedades de mandarinas. Aromas y vitaminas de las clementinas

Napoleón Fernandez
Las variedades de mandarinas. Aromas y vitaminas de las clementinas

A nadie que sepa de frutas se le ocurriría intentar ocultar una piña, ni apostar a la sorpresa con una cesta de guayabas. Tampoco sirven para eso la guanábana, la naranja o la mandarina. Son frutas delatoras, que seducen con su aroma y te invitan desde lejos, a degustar de su enigmático sabor.

Hoy me referiré, precisamente, a la mandarina, hermana de la naranja y prima de la lima y el pomelo.

Llegó a Europa procedente de Asia y se dice que su nombre alude a la coincidencia entre el color de su corteza y el vestuario de los mandarines de la antigua China.

Es un cítrico del que se conocen unas 20 especies comestibles ricas en vitaminas, flavonoides y aceites esenciales. La facilidad con que se pela y come, la convierte en la preferida de muchos. Contiene mucha agua y a pesar de su dulzura, aporta menos azúcares que otras frutas por lo que es ideal para un régimen dietético de bajas calorías. Apreciable es su contenido de fibra, sobre todo en la parte blanca que recubre la pulpa y que frecuentemente llamamos hollejo, por lo que masticarlo y tragarlo favorece el tránsito intestinal contrario a la creencia popular de considerarlo indigesto.

Vitaminas de la mandarina

De todas las vitaminas que aporta, destaca la C, que si bien se encuentra en menor cantidad que en la naranja, nos llega acompañada de dosis correctas de ácido fólico y provitamina A, y esto convierte a la mandarina en un "apetecible y saludable" regalo de la naturaleza.
La vitamina C en solitario interviene en la formación de colágeno, de tejido óseo, sanguíneo; secunda la absorción del hierro a nivel celular y la resistencia a las infecciones. Combinada con el ácido fólico, participa en la producción de los leucocitos y glóbulos rojos, en la síntesis de material genético y en la formación de anticuerpos, herramientas imprescindibles para el sistema inmunológico.

Particularmente la provitamina A o betacaroteno —metabolizada por el organismo para satisfacer la demanda de vitamina A— es más abundante en la mandarina que en otros frutos de su género y resulta vital para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, la visión y la reposición de tejidos en la piel, el cabello, las mucosas y los huesos.

También contiene magnesio, ácido cítrico (desinfectante), potasio (necesario para funcionamiento de las células en general y particularmente las pertenecientes al sistema nervioso y muscular) y en menor cuantía, vitaminas del grupo B y calcio.

Pocos cítricos han sido tan sometidos a cruzamientos como la mandarina y el resultado es que hoy podemos hallar en el mercado cuatro grandes grupos de esta fruta: Clementinas, Clemenvillas, Híbridos y Satsumas.

Las Clementinas

Las Clementinas son de un naranja intenso, esféricas y con muy pocas semillas. Algunos afirman que es resultado del cruce entre la mandarina y una naranja silvestre de Argelia, pero lo cierto es que su fruto es de extraordinaria calidad. La recolección suele realizarse entre noviembre y enero. Su pulpa es sumamente jugosa y fácil de pelar.

Las clemenvillas son más grandes que las anteriores, de corteza naranja rojiza y con mucho zumo.

Las mandarinas llamadas Híbridos también se distinguen por su buen tamaño y el color naranja rojizo de su cáscara. Su abundante zumo es rico en azúcares y ácidos orgánicos. La corteza es más fina que en los grupos anteriores y está muy adherida a la pulpa por lo es preferible usarla para hacer jugos. La recolección suele realizarse en enero o febrero, pero el fruto puede permanecer en el árbol hasta abril.

La Satsuma proviene de Japón y destaca por su exquisito aroma; la pulpa, en cambio, queda en desventaja gustativa frente a los grupos anteriores. El fruto es de color amarillo naranja o asalmonado. La corteza es gruesa y rugosa. Su cosecha se inicia preferentemente a mediados de septiembre.

Para elegir mandarinas en el mercado, sin importar el grupo al que pertenece, lo importante es su peso: mientras mayor sea, más jugo tendrá su pulpa. Otro detalle importante, además de su intenso olor dulce cuando están maduras, es que las de mayor calidad son las que tienen la piel tersa, brillante y blanda.

En general, las frutas deben consumirse frescas, pero si por alguna razón las quieres conservar por una a dos semanas, las mandarinas conservarán sus propiedades si las refrigeras por debajo de los debajo de 3ºC y sin llegar a los 5ºC.

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