Leyenda de Navidad rusa: el Abuelo del Frío y la Doncella de la Nieve

La historia de los regalos navideños en Rusia y sus protagonistas

Azucena Zarzuela, Periodista
En este artículo
  1. La leyenda navideña de Ded Moroz, el Papá Noel de Rusia
  2. Leyenda rusa del Abuelo del Frío y la Doncella de la Nieve, protagonistas de la Navidad

Copos de nieve y frío son el escenario perfecto para cualquier época navideña, siempre y cuando el cambio climático nos lo permita. Por ello, en Diario Femenino vamos a viajar con nuestra imaginación nada más y nada menos que a Rusia para disfrutar de uno de los días más celebrados y esperados del año con una leyenda de Navidad rusa. En dicho lugar no esperaremos la llegada de Papá Noel pero, ¡tranquilas! Regalos sí que va a haber. El Abuelo del Frío y la Doncella de la Nieve serán los encargados de obsequiar a todo el mundo de felicidad pero, ¿quiénes son estos dos ilustres personajes? ¡Vamos a ver su historia!

La leyenda navideña de Ded Moroz, el Papá Noel de Rusia

En las tierras frías de Rusia el folclore tradicional sustituye al querido gordinflón de mofletes sonrosados Papá Noel por Ded Moroz, un anciano alto, corpulento y también de largas barbas y cabellos blancos. Es este personaje ancestral, sacado de la mitología eslava, quien se encarga de hacer la entrega de los presentes en las casas. Las similitudes entre uno y otro no sólo se refieren al físico. Ambos, Papá Noel y Ded Moroz, se caracterizan por ser seres bondadosos y artífices de la felicidad de los niños en los hogares. Sin embargo, si el primero hace su gran aparición en la noche del 24 de diciembre y madrugada del 25 en todo el mundo, el segundo visita a los pequeños en Rusia con la llegada del Año Nuevo, momento en el que éstos reciben sus regalos.

Ded Moroz siempre está trabajando para que los sueños de los benjamines (y también de los adultos, ya que no debemos olvidar al niño que llevamos dentro) se hagan realidad. Sin embargo, pese a ser un ser del Mundo de la Magia y la Fantasía, nuestro héroe también se cansa. Y es que, Ded Moroz ya es muy mayor y tanto trabajo le agota. Pero como la felicidad de los pequeños es lo que está en juego, no puede permitirse un largo retiro para descansar. No obstante, siempre hay un camino intermedio que nos da la solución perfecta: buscarse un ayudante. ¿Quién será? 

Leyenda rusa del Abuelo del Frío y la Doncella de la Nieve, protagonistas de la Navidad

Así es como llega Snegúrochka a nuestra leyenda. Conocida como la Doncella de la Nieve, es un hada entrañable hija de la Primavera y de Frost, señor de la Escarcha. Por ello su pelo es blanco y delicado como los copos de nieve y sus ojos de un azul intenso como el del cielo despejado sin nubes. Vamos, que me viene a la cabeza la archiconocida Elsa, de la película 'Frozen'.

Ded Moroz propuso a su nieta embarcarse en esta bonita aventura de repartir felicidad en forma de regalos bajo el amparo de la sorpresa. Sí, sí, cómo habéis leído. Snegúrochka era nieta de Ded Moroz. Y ambos montaron una especie de 'pequeña empresa' o 'negocio familiar'. El anciano fabricó un trineo de madera y se hizo con los mejores troicas (caballos típicos y robustos de Rusia) de la zona. Y la joven aportó frescura y energía en la campaña en la que se embarcaron, según cuenta la leyenda. 

Solo quedaba un detalle por decidir. Y es que, aunque nadie debía verles para no estropear la sorpresa, supongo que los personajes de leyenda también tienen su punto de coquetería. Ded Moroz apostó por el rojo para sus ropajes, que siempre acompañaba con una larga capa confeccionada por su amada nieta. Además lleva en sus manos una vara, que puede ser de cristal o de plata, con la que congela a los malvados y descongelas a los nobles de corazón. Por el contrarió, Snegúrochka optó por el azul (insisto, mi imaginación no es capaz de librarse del personaje de Elsa).

Desde entonces, ambos, el Abuelo del Frió, como les gusta a los niños llamar a Ded Moroz, y la Doncella de la Nieve surcan los cielos al acabar el año para repartir a los niños de las tierras frías juguetes y regalos con los que sembrar la felicidad en sus pequeños corazones. A nosotras ahora solo queda esperar a que ambos vengan a visitarnos. Pero antes, ¿habéis sido buenas?

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