La leyenda colombiana de la Candileja: el castigo que nadie desea

¿Existe realmente la Candileja o es un simple mito?

Azucena Zarzuela, Periodista
En este artículo
  1. La Candileja: ¿leyenda o verdadero castigo del infierno?

Todas las culturas, independientemente del continente en el que nos encontremos, tienen sus propios mitos y leyendas para atemorizar a los más pequeños de las casas y conseguir que se porten bien. De esto saben mucho los abuelos o los más ancianos del lugar, quienes, generación tras generación, siguen transmitiendo su sabiduría popular regalándonos auténticas lecciones de vida. ¡Cuánto nos queda por aprender de ellos!

Esta vez recuperamos una de esas leyendas que han conseguido que no nos desviemos del buen camino: la leyenda de la Candileja, también conocida como la leyenda de los llanos orientales. Su origen es colombiano, pero ya sabemos que el saber popular y folclórico no sabe de fronteras.

La Candileja: ¿leyenda o verdadero castigo del infierno?

Cuenta nuestro mito que hace muchísimos años, casi cuando el mundo empezaba a andar, existía una anciana excesivamente amorosa y bondadosa. Tanto, que sus traviesos nietos no conocían límites en sus ocurrencias. Nuestra abuelita protagonista todo se lo consentía a sus dos pequeños, independientemente de que las acciones de éstos conllevaran groserías y desenfrenos nacidos de la propia maldad.

En una ocasión, sus dos nietos llegaron a exigirle a la abuelita que hiciera el papel de caballo de carga. No solo pretendían humillarla, sino también castigar a sus viejos huesos. Pues ya encorvada, la ensillaron para después montarla los dos. La crueldad tampoco sabe de límites. Y la pobre anciana que no veía más allá de lo que creía que era la felicidad de sus nietos accedió encantada. Y así, al trote, los dos niños cabalgaron sobre la lastimada espalda de la abuela durante horas por toda la casa, como si de un manso caballo se tratara.

El maltrato continuo pronto tuvo sus consecuencias. La anciana falleció posiblemente antes de lo que su ciclo vital le hubiera permitido disfrutar. Pero aún no había acabado su padecimiento. Al encontrarse la abuela frente a San Pedro para ser ajusticiada por sus actos y encontrar o no las puertas del Paraíso abiertas, ésta recibió una tremenda reprimenda. San Pedro no dudó en regañarla severamente por su falta de rigidez en la educación de los pequeños. Y de las palabras se pasó a los actos. La anciana fue condenada a purgar sus faltas en este mundo entre tres llamaradas de candela, una por el cuerpo de la anciana y otras dos por el de los nietos.

Y es que, la Candileja es una bola ardiente de tres antorchas que hoy en día se manifiesta bajo un ruido ensordecedor de jarrones rotos. Se dice que persigue a los padres de familia irresponsables y temerosos, porque la educación de nuestros pequeños no es tema baladí. Educar en libertad es sin duda importante y la base para cualquier aprendizaje, pero también se deben establecer límites consensuados y explicados para saber gestionar la responsabilidad, la empatía, la generosidad… y crecer con el respeto hacia los demás bien aprendido.

Y como todo buen mito, según ha ido pasando de boca a boca, éste ha ido creciendo. Ya no solo persigue a padres irresponsables como fue su tarea en su origen, ahora, los borrachos, infieles o viajeros que se sirven de la noche para ocultarse sufren su temerosa presencia. Así, a lo largo de la historia, se han notificado cientos de relatos de avistamientos de bolas de fuego o bolas luminosas. ¿Es nuestra anciana protagonista o extrañas esferas de energía que flotan en el aire?

Los expertos reconocen su existencia, pero aún no han podido explicar científicamente el fenómeno debido a que todo es efímero y no hay registro tangible. Estas bolas siguen siendo un enigma que alimenta uno de los grandes misterios y da rienda suelta a la imaginación para que la leyenda de la Candileja siga a día de hoy más viva que nunca.

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