Abuelos: Los protagonistas de las historias de amor más entrañables

El amor no entiende de edades ni de tiempo, el amor de los abuelos no tiene límites

Tamara Sánchez, Periodista
En este artículo
  1. Las historias de amor más entrañables de los abuelos 

Los abuelos: Los protagonistas de las historias de amor más entrañables

¿Quién no ha mirado nunca a sus abuelos y ha sentido envidia al comprobar como mantienen el amor intacto tras años y años de estar juntos? No hay nadie mejor que ellos para demostrarnos que el amor no entiende de edad, ni de tiempo. Que cuando dos personas se quieren pueden permanecer juntas contra viento y marea. Que los pequeños detalles son los que mantienen los sentimientos y la llama viva. Que no existe en el mundo una fuerza comparable a la del amor. Después de leer las historias de amor más entrañables de los abuelos que hemos recopilado entenderás mejor que nunca que el amor no tiene límites. 

Las historias de amor más entrañables de los abuelos 

El reencuentro de dos abuelitos canadienses 

Anita y Wolfram llevan casados desde 1954 pero, por problemas de espacio y listas de espera, fueron enviados a distintas residencias para mayores. Tras 62 años de matrimonio y convivencia, esta pareja se vio obligada a separarse no pudiendo compartir juntos su día a día. Aún así, su familia trataba de organizarse para que estos abuelitos canadienses pudieran verse a diario. Sin embargo, esto no era suficiente así que después de ocho meses de espera y millones de peticiones en Facebook finalmente a Wolfram, con demencia pero todavía reconociendo a su mujer, le han concedido el traslado definitivo a la residencia de Anita. Ahora pueden seguir compartiendo sus vidas juntos. Este es el emotivo video de su reencuentro: 

La abuelita que se casó por primera vez con 80 años

Nunca es tarde para encontrar el amor verdadero. Así nos lo demuestra la preciosa historia de amor de esta abuelita que se ha casado por primera vez con 80 años de edad. Su nombre es María Teresa Cobar y conoció a su amor Carlos Víctor Suárez, de 95 años, en un centro para mayores. Según ellos mismos cuentan, fue amor a primera vista. Tan solo unos meses después de salir juntos decidieron casarse en el propio centro para mayores donde se conocieron y actualmente residen. El amor verdadero existe, aunque en ocasiones tardemos un poco en encontrarlo. 

Un beso de película

El primer beso de Carol Harris y George Raynes fue en el colegio, cuando el día de Carnaval tuvieron que interpretar una obra de teatro en la que ella hacía de bella durmiente y él era el príncipe. Ambos se graduaron, perdieron la pista el uno del otro y se casaron con otras personas.  61 años después se volvieron a encontrar en su pueblo natal, recuperaron su amistad y muy pronto volvieron a resurgir los sentimientos floreciendo el amor. George y Carol se casaron 75 años después de su primer beso demostrando una vez más que nunca es tarde para ser feliz.

Juntos en la eternidad

El primer amor de Dorothy murió combatiendo en la Segunda Guerra Mundial y George, que era compañero suyo, decidió escribir a la joven viuda para expresarle sus condolencias. El intercambio de cartas hizo que naciese una amistad que se convertiría en algo más cuando se conocieron personalmente. Desde ese instante fueron absolutamente inseparables. Tuvieron dos hijos, cinco nietos y dos bisnietos. Ambos superaron juntos los 90 años hasta que una grave neumonía obligó a George a ingresar en el hospital un 21 de mayo, permaneciendo en coma inducido a partir del día 23. Su esposa también ingresó en el hospital prácticamente al mismo tiempo por una infección vírica que acabó por llevársela el 1 de junio a las 14:30. No pudo conocer la triste noticia por estar inconsciente, pero tan solo diez horas más tarde, el 2 de junio a las 00:30, George la acompañaría. Puede tratarse del destino o de una casualidad, pero la vida plena y feliz que habían vivido el uno junto al otro se apagó prácticamente al unísono. 

El amor de los abuelos puede con todo

En 1956, el señor y la señora Kuroki decidieron trasladarse a Shintomi, en Japón, tras acabarse de casar. Fueron padres de dos hijos y vivieron felices durante años hasta que la salud de ella empeoró. Una diabetes hizo que fuera perdiendo poco a poco la vista hasta dejarla completamente ciega. Con este duro golpe, la señora Kuroki no solo perdió la vista sino también la sonrisa, perdiendo las ganas de vivir y recluyéndose en casa. Su marido desesperado buscaba formas de paliar su sufrimiento hasta que un día encontró algo que devolvería la alegría a su esposa. Plantó semillas de ‘shibazakura’, una especie de flor rosa muy aromática. Conforme fueron creciendo, vio que su mujer salía para disfrutar del aroma. Entonces decidió cubrir de rosa su jardín y con ello consiguió acabar con el estado depresivo de su esposa. ¡Una historia de amor muy entrañable!

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