Mujeres y hombres: los hombres también sienten

Laura Sánchez, Filóloga

Los hombres se ríen, se emocionan, se excitan, se desilusionan, se ponen tristes, gritan, se enfadan...todo eso son señales inequívocas de que tienen sentimientos, de que son capaces de sentir emociones como la alegría, la tristeza, la ira, la decepción, la euforia. Sin embargo, la mayoría de las veces los hombres son acusados de no tener sentimientos, sobre todo en sus relaciones de pareja. Hemos descubierto que los hombres también sienten.

Los hombres también tienen sentimientos

La prueba más fehaciente de que los hombres también tienen sentimientos nos la da el fútbol. Sí, es cierto que recurrimos a un tópico, pero es donde mejor se aprecia su capacidad de emocionarse. Los hombres gritan, se ponen nerviosos, se emocionan, estallan de alegría, o de rabia y hasta son capaces de darse un abrazo con la persona que tienen al lado si su equipo gana en la tanda de penaltis. Los hay que incluso lloran.

Una vez que su capacidad de sentir queda constatada y que hemos descartado la opción de que los hombres sean seres carentes de sentimientos nos preguntamos por qué son incapaces de demostrarlos en una relación de pareja. De igual forma nos hemos preguntado por qué pocos hombres saben consolar o por qué es inviable que nos hablen de lo que sienten.

Dado que uno de los principales problemas de pareja es que los hombres no expresan sus sentimientos y nos dejan a solas con nuestras reflexiones sobre la relación, con nuestros llantos cuando algo va mal o no se dignan a compartir nuestras alegrías, cabe suponer que los hombres están culturalmente diseñados para ocultar sus sentimientos a su pareja. Y el culpable es el medidor de virilidad.

Qué es el medidor de virilidad

El medidor de virilidad acompaña a los hombres desde el momento de su nacimiento. No se trata de una cuestión genética, sino de un constructo cultural tan potente que se inserta en los varones al nacer de forma automática y natural. Durante la infancia, el medidor de virilidad se va consolidando, aumentando de potencia en la mayoría de los casos y el resultado son hombres adultos muy, muy machos.

Los hombres siempre viven pendientes de su medidor de virilidad, así es como se entiende su comportamiento fanfarrón cuando están con los amigos, su indiferencia cuando su pareja se pone a llorar, su ausencia en las conversaciones que hablan de emociones, su egocentrismo o su incapacidad para llorar. Porque los hombres de verdad no lloran.

Cuentan que una vez un hombre lloró y sintió la necesidad de hablar de sus sentimientos con su pareja, que incluso se atrevió a tranquilizarla en uno de esos malentendidos tan frecuentes en la convivencia. Y a punto estuvieron de resolver la crisis de pareja. Sin embargo, cuando el hombre vio que su medidor de virilidad estaba parpadeando en color rojo, retomó su papel habitual y ambos volvieron a ocupar su lugar en la pareja.

 

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