Parejas divorciadas que siguen viviendo en la misma casa, ¿una locura?

¿Es buena idea ser compañeros de piso después de una separación?

Laura Sánchez, Filóloga
En este artículo
  1. Parejas divorciadas que viven juntos por los hijos
  2. Parejas divorciadas que viven juntos por el dinero
  3. ¿Funciona la convivencia después de la separación?
  4. Riesgos de vivir juntos después del divorcio

La idea cuando te divorcias es perder de vista a tu expareja, pero no siempre ocurre así, especialmente cuando tienes hijos. No solo los hijos, también las circunstancias económicas pueden haceros pasar de matrimonio a compañeros de piso. Sí, estamos hablando de esas parejas divorciadas que siguen viviendo en la misma casa. ¿Es una locura o una buena opción?

Parejas divorciadas que viven juntos por los hijos

Es cierto que cada vez encontramos más parejas divorciadas que siguen viviendo bajo el mismo techo. Para esas personas no es una locura y lo que les lleva a ser compañeros de piso es la misma razón por la que otras muchas parejas no se deciden a dar el paso de divorciarse: los hijos.

Ya hemos señalado en alguna ocasión que mantener un matrimonio por el bien de los hijos no es la mejor idea, sobre todo si hay tensión y discusiones frecuentes en casa. Pero también es cierto que una ruptura de la pareja implica también una ruptura de las rutinas diarias para esos niños. El divorcio suele impactar negativamente a los hijos que ven cómo esa estabilidad familiar, ese refugio protector, salta por los aires. Pero eso es el impacto inicial.

Como decimos, a la larga, la separación y el divorcio suelen ser la mejor opción para evitar que los niños crezcan en un ambiente tóxico y repitan las mismas dinámicas relacionales cuando sean adultos. Ahora bien, estas parejas que se divorcian y siguen viviendo juntos entendemos que lo hacen para preservar un buen ambiente familiar. Pero, ¿realmente lo consiguen? ¿Qué es mejor para los niños? 

Parejas divorciadas que viven juntos por el dinero

No solo los hijos hacen que las parejas divorciadas se queden viviendo en la misma casa. La situación económica hace bastante complicada la separación física. ¿Qué hacemos con la vivienda familiar? En la mayoría de los casos la vivienda se pone a la venta y la expareja sigue viviendo en la misma casa hasta que se vende. Pero luego, los gastos se duplican.

No parece tan mala idea seguir viviendo juntos por razones económicas porque así todos salen ganando, los adultos, los niños y las cuentas bancarias. La idea de que una separación sentimental no implique una guerra y pueda mantenerse una convivencia tranquila, civilizada, respetuosa o incluso cariñosa a algunos les parece una utopía, pero para otros es una necesidad.

Las parejas divorciadas que siguen viviendo en la misma casa sería algo así como el colmo del divorcio amistoso. La teoría es que dos personas que se han amado tanto y que han formado una familia pueden dejar de amarse sin dejar de quererse y respetarse y sin tener que abandonar su proyecto común. Y como siempre ocurre, la teoría es mucho más fácil que la práctica.

¿Funciona la convivencia después de la separación?

Porque, ¿realmente conoces a algún matrimonio que se haya divorciado y desde el principio se han respetado y querido como amigos? Puede que conozcas alguna pareja de este tipo, pero seguro que conoces más divorcios sonados por el desgaste, los chantajes y el juego sucio.

Esta propuesta de vivir juntos después del divorcio solo es posible si se mantienen las formas, el respeto y el cariño. En algunas parejas el hecho de que se haya terminado el amor no significa que se haya terminado también el cariño. Por supuesto aquí no entran factores como infidelidades, dependencia o desigualdad porque si en la pareja ha habido algo de esto, la convivencia será tan imposible como su matrimonio.

Sí funciona. Si ambos quieren y ponen de su parte. Si ambos piensan que es la mejor opción para todos y si se redefinen las normas de convivencia. Ya no son una pareja, ahora son compañeros de piso y es más importante que nunca respetar el espacio propio de cada uno, mantener una comunicación impecable y honesta y marcar nuevos límites.

Riesgos de vivir juntos después del divorcio

La convivencia después del divorcio tiene sus riesgos, por supuesto. Las emociones no se llevan especialmente bien con los límites y se caracterizan porque funcionan de forma distinta en cada persona. ¿Qué pasa cuando uno de los dos tiene una nueva pareja?, ¿esa nueva pareja podrá ir a la casa familiar y se incorporará a la vida cotidiana? Por supuesto esto depende de lo que la pareja divorciada haya hablado previamente.

Pero el mayor peligro no es cuando aparece una nueva pareja, sino precisamente la dificultad para rehacer la vida sentimental cuando convives con tu expareja. No es que todavía se tengan sentimientos románticos por esa persona, es que su presencia constante en el día a día complica bastante encontrar una nueva pareja. Vivir juntos a veces supone quedarse estancado en ese limbo sentimental en el que vives con tu expareja pero no sois pareja.

También existe cierto riesgo de exceso de confianza. Son muchos años funcionando como un matrimonio y es difícil cambiar de dinámica. Este punto puede provocar muchas fricciones en la convivencia incluyendo la falta de privacidad, el reparto de las tareas domésticas y mantener los reproches que se hacían como pareja.

Ventajas de vivir con tu ex tras el divorcio

No dudamos de que se trata de una opción complicada, pero más que nada por lo raro que nos resulta. Tanto en la pareja como en la ruptura nos dejamos llevar por lo establecido, nos empeñamos sin darnos cuenta en seguir los patrones habituales sin pensar que la forma de relacionarnos con otras personas las podemos crear nosotros mismos.

No está escrito en ningún sitio que tengas que llevarte mal con tu expareja, que tengas que librar una auténtica guerra para establecer la custodia de los hijos, que tengas que envenenarte durante unos cuantos meses con errores, traiciones y reproches. Tu expareja no tiene por qué ser tu enemigo, sino una persona muy importante en tu vida a la que has dejado de amar; nada más y nada menos.

Lo cierto es que si funciona esta aparente locura de vivir juntos después del divorcio, resulta toda una ventaja. La principal motivación debería ser la preservación del ambiente familiar, del buen ambiente. Una familia no es algo que se pueda romper por falta de amor, puedes dejar de amar a tu pareja, pero no puedes dejar de amar ese milagro que habéis creado.

Los niños evitan de esta manera pasar por un divorcio traumático en el que ven cómo sus padres han pasado de quererse a odiarse, ir de casa en casa lanzados como pelotas, tener su ropa, sus juguetes, sus libros divididos o multiplicados para poder utilizarlos según dónde les toque. Y también evitan perderse esos momentos familiares como la Navidad o los cumpleaños que deberían ser recuerdos para siempre de estabilidad, alegría y protección para ellos.

Pero déjanos insistir. Procura que la convivencia después del divorcio no sea la opción elegida por los motivos equivocados como esa falsa creencia de que los niños deben crecer con su padre y con su madre sin importar en qué condiciones emocionales lo hagan. Recuerda que lo que vivimos en la infancia lo llevamos adelante y tal vez el modelo de relación familiar que están viviendo tus hijos no sea el que quieres que repitan en un futuro.

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