Qué tipos de divorcios son los peores

Laura Sánchez, Filóloga

Ojalá el amor no acabase nunca, ojalá en caso de que el amor se acabase las relaciones de pareja fueran capaces de romper de forma amistosa, sin rencor y sin reproches, porque un sentimiento tan precioso como el amor no puede transformarse en algo tan perjudicial como el odio. Pero a veces pasa y, por eso, nos estamos preguntando cuáles son los peores divorcios, esos que dejan cicatrices para siempre.

Las peores situaciones para un divorcio

Tan cierto como que todas las parejas se merecen una segunda oportunidad para intentar solucionar una crisis de pareja es que, a veces, el divorcio es la mejor y única solución. Cuando ya no hay nada más que hacer por esa relación, hay que tomar caminos separados y lo ideal sería hacerlo de forma civilizada y amistosa. Pero no siempre ocurre, ¿verdad?

Hay veces que el divorcio se complica. Con culpas o sin culpas, nunca está de más hacer un poco de autocrítica y ver qué parte de responsabilidad tiene cada uno en la ruptura de la pareja y así evitar que un proceso de divorcio pase de doloroso a terrorífico, aunque hay veces que por las circusntancias es tarea ardúa. 

+ Con niños. Una ruptura de pareja cuando no hay hijos es igual de dolorosa, pero más fácil de superar. Los niños se convierten involuntariamente en los protagonistas de una separación que debería ser asunto de dos. No es cierto que un divorcio sea algo traumático para un niño, un divorcio civilizado y amistoso no rompe una familia, tan solo transforma los hábitos diarios y ese debería ser el objetivo de cualquier matrimonio en proceso de separación.

+ Con dinero. En aquella época en la que había entre vosotros tanto amor, también había un millón de proyectos para hacer juntos. De ahí nació una sociedad, una empresa o una vida profesional compartida que ahora con el divorcio se viene abajo. Cuando los asuntos económicos no están claramente delimitados, es frecuente que las diferencias de criterios e intereses se conviertan en auténticas batallas.

+ La guerra de egos. A veces una ruptura saca lo peor de cada una de las partes. Intentar demostrar que uno es más que otro (más inteligente, más aprovechado o más interesado) es luchar en una batalla perdida de antemano. Una lucha de egos que puede continuar para ver quién de los dos rehace su vida sentimental más rápido en una competición que lo único que realmente demuestra es que aún no habéis superado vuestro pasado.

+ Infidelidad. Uno de los principales motivos de ruptura es la infidelidad. Este tipo de divorcios están repletos de sentimientos negativos, como la ira o el rencor, pero también la culpabilidad de una parte frente a la inseguridad y al gran varapalo para la autoestima de la otra parte. Sin duda, un escenario del que cuesta recuperarse.

+ Otros engaños. Una traición en la pareja es motivo claro de divorcio, pero traicionar no es únicamente ser infiel. Hay otras traiciones, otros engaños, otras mentiras que destrozan la confianza en la pareja y anulan por completo esa lealtad fundamental entre dos personas que pretenden pasar cada día de su vida juntas.

+ Enfermedad. Una de las situaciones más lamentables de divorcio es cuando un miembro de la pareja está enfermo y el otro sale huyendo. Si gestionar el abandono ya es complicado en una situación normal, aceptar que tu pareja no te quiere justo en el momento en que tu vida entera se tambalea por los problemas de salud, requiere un ejercicio de fortaleza interior para el que vas a necesitar ayuda.

Pero de todo se sale y hasta las peores rupturas se superan, por eso queremos ponerte en antecedentes para que compruebes que la vida da tantas vueltas que puedes llegar a marearte. Pero en una de esas vueltas comprobarás que, tras el divorcio, estás en un punto mucho más feliz.

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