Tolerancia al dolor: a diferente mujer, diferente sufrimiento

Victoria C. Moreno

María, una niña de cinco años, se ha tropezado, se ha dado un pequeño golpe en la rodilla y llora a grito pelado en el suelo. Su madre corre hacia ella, la abraza, la intenta consolar... en vano. María sigue llorando durante un buen rato, minutos en los que el tiempo parece detenerse, pues ni los mimos de la madre ni sus dulces palabras parecen hacer ningún efecto en ella.

Sara, una niña también de cinco años, se ha cogido un dedo con la puerta de su habitación. Se queja, corre a su madre a enseñarle el dedo, que tiene una herida de la que mana sangre, pero no llora. Pronto se restablece, tras la cura, de lo que parece ser un simple susto y continúa jugando como si nada hubiese sucedido.

¿Qué es lo que ha ocurrido? El dolor de Sara en teoría es más fuerte que el de María y, sin embargo, es esta última la que parece haber sufrido más. Pues bien, el dolor, o su percepción, es diferente en función de la persona. Es decir, un mismo dolor puede ser una gran fuente de angustia para algunos, pero para otros no.

El umbral del dolor no es el mismo para todos

El umbral del dolor se define como la "percepción de intensidad mínima de un estímulo que despierta sensación de dolor", y, según algunos estudios en los que se induce el dolor, se mide en segundos: los que van desde que se produce el estímulo hasta que el individuo presenta signos de dolor. 

Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué algunas personas tienen un umbral del dolor más alto que otras? Según estudios recientes, los componentes emocionales y de personalidad son claves en cuanto al nivel de tolerancia al dolor, por lo que estas cuestiones podrían explicar las grandes diferencias que se producen de una persona a otra en cuanto al mismo estímulo de dolor.

Influyen factores como las vivencias pasadas, ya sea respecto al dolor o a otras de tipo emocional, el momento en el que se produce el dolor y la causa de éste, el estado psíquico, tanto general como del momento y la circunstancia en la que se produce el dolor. Es decir, que el umbral del dolor no será el mismo si debemos de huir de un perro que nos acaba de morder (momento de estrés psicológico y físico debido al peligro), que si el dolor se produce en un estado de normalidad, esto es, cuando no hay peligro.

Cómo aguantar mejor el dolor

Hay diversas maneras de controlar el dolor de forma natural: concentración, respiración, mantener la calma... En las sesiones preparatorias para los partos, por ejemplo, se enseñan una serie de ejercicios de respiración para que cuando llegue el momento de las contracciones se puedan controlar en mayor o menor medida, controlando la respiración. No obstante, el sistema de control de la respiración requiere de mucho entreno para conseguir que resulte eficaz.

Por otro lado, estudios recientes han demostrado que proferir palabrotas cuando se produce el dolor ayuda a mitigarlo, así que si estamos acostumbrados a decir palabras malsonantes, puede que nos resulte enormemente positivo soltarnos en estos momentos. Y para esto no hace falta entreno...

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