Herpes Zoster: qué es, síntomas y tratamientos

Saúl C. Montaño Quintanilla

El herpes Zoster es una infección cutánea provocada por el mismo virus que el de la varicela. Este virus se presenta generalmente en la niñez y permanece latente o  inactivo hasta que se reactiva en algunos nervios muchos años después de haber sufrido la varicela. Se trata de una afección muy dolorosa y que en ocasiones puede presentar graves complicaciones, pero que si es tratada a tiempo no reviste importancia. Te contamos de qué se trata.

Síntomas del herpes Zoster

El herpes Zoster afecta generalmente a la zona del tronco, aunque también puede presentarse en la cara. El candidato ideal a sufrir un brote de este herpes es un paciente mayor de 60 años, o con un sistema inmunológico debilitado, ya sea por estados depresivos, o por enfermedades graves como el cáncer, la diabetes, etc.

El primer síntoma es un intenso dolor o ardor, generalmente en la espalda o en el abdomen, que evoluciona a un enrojecimiento con forma de línea a lo largo de un filamento nervioso. Es en este período cuando el herpes es más contagioso y hay que tener en cuenta que cualquier persona que haya sufrido la varicela tiene peligro de contagiarse del virus nuevamente, esta vez en forma de herpes Zoster.

La erupción cutánea va derivando en ampollas que con el paso de los días van rompiéndose formando úlceras para finalmente convertirse en costras. Otros síntomas que pueden acompañar a este proceso son dolor de cabeza, escalofríos, dolor articular, pudiendo llegar hasta estados febriles.

Tratamiento del herpes Zoster

El tratamiento suele consistir en la administración de antivirales y también algún analgésico. Obviamente, cualquier tratamiento será más eficaz si se comienza en los primeros estadios de la enfermedad.

También se pueden utilizar compresas húmedas o frías para reducir el ardor, y en todo momento debe mantenerse la piel limpia. El reposo es fundamental en aquellos casos en los que se presenta fiebre, y es frecuente también el uso de antinflamatorios. En algunas ocasiones puede llegar a considerarse el aislamiento de la persona afectada por el alto grado de contagio que presenta el herpes Zoster.

No es frecuente que se presenten complicaciones, pero se dan casos en los que el dolor de la zona donde han aparecido las erupciones pueda durar meses, o incluso años. Es lo que se denomina neuralgia postherpética. Existe también un riesgo de padecer complicaciones más graves como pueden ser la reaparición del brote, infección en la sangre, sordera, o incluso ceguera, en el caso de que el herpes se presente en los ojos. Si el herpes ha afectado a los nervios de la cara, uno de los peligros más graves es la aparición del síndrome de Ramsay Hunt. Pero lo habitual es que, con el tratamiento adecuado, el herpes Zoster desaparezca a los dos o tres semanas y no vuelva a aparecer.

En cualquier caso es muy importante un diagnóstico temprano, por lo que conviene acudir al médico ante los primeros síntomas de hormigueo o ardor, así como evitar el contagio a otras personas, prestando especial atención a los enfermos crónicos, que pueden tener las defensas bajas y a las mujeres embarazadas.

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