Mujeres y hombres orgullosos: ¿qué hacemos con el orgullo en la pareja?

Laura Sánchez, Filóloga

Aunque la Real Academia define el orgullo como vanidad o arrogancia, el común de los mortales asimilamos el orgullo con la dignidad. Orgullosas somos y orgullosas estamos de ser como somos, de tener carácter y personalidad y de saber lo que queremos. Es en las discusiones de pareja cuando el orgullo de mujeres y hombres entra en escena. Y muchas veces no sabemos qué lugar ocupa el orgullo en nuestra relación.

Qué es el orgullo

El orgullo es una virtud cuando se proyecta sobre los demás. Cuando nos sentimos orgullosas de una amiga que ha aprobado una oposición, de nuestra pareja porque ha conseguido un ascenso o de nuestros hijos porque han sacado buenas notas. En cambio, el orgullo se percibe como un defecto cuando de quienes estamos orgullosas es de nosotras mismas.

Por una humildad mal entendida, especialmente las mujeres, debemos esconder nuestro orgullo, que es lo mismo que pretender esconder nuestra forma de ser. Tener personalidad, saber lo que queremos y luchar por conseguirlo, exponer nuestra forma de ver las cosas, no cejar en el empeño por las cosas bien hechas, no dejar que nadie cambie nuestra forma de ser o no tolerar aquello que nos hace daño, es considerado una verdadera amenaza, especialmente en el terreno de las relaciones de pareja.

Las discusiones de pareja, en el mejor de los casos, se producen por los diferentes puntos de vista de uno y de otro. Ninguno quiere cambiar ese punto de vista, los dos quieren imponerlo. El entendimiento pasa por acercar posturas en la pareja sin cambiar la esencia del otro. Es en las teorías de la reconciliación donde los expertos del amor nos dicen que debemos esconder el orgullo, que es un mal invitado para una pareja bien avenida. En cambio, nosotras somos de la opinión de que el orgullo no se toca.

El orgullo no se toca

Porque mantener el orgullo intacto no significa imposición, ni implica falta de tolerancia, ni impide el acercamiento de dos opiniones diferentes. Mantener el orgullo significa escuchar la propuesta del otro y encontrar el camino común de ambas posturas. El problema viene cuando el otro lo que lanza no son propuestas, sino reproches. Pero esa situación nada tiene que ver con el orgullo, sino con la falta de honestidad.

Si hacemos caso de esos terapeutas de pareja que nos aconsejan dejar a un lado el orgullo por el bien de la pareja, corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad. Y ese no es el objetivo de vivir en pareja, aunque mucha gente lo entienda de esa manera. Anular al otro no tiene nada que ver con el amor, sino con el control y el sometimiento. Y nosotras lo que queremos es una pareja con amor, una pareja de dos personas muy diferentes entre sí que se aceptan tal y como son y que además están y son orgullosas.

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