Misofonía: esos insignificantes sonidos que no puedes soportar

Laura Sánchez, Filóloga

Los problemas de audición son más frecuentes de lo que pensamos. Muchas veces existe un tratamiento adecuado que soluciona el problema auditivo, pero otras veces, sobre todo cuando se trata de una hipersensibilidad al sonido, es más difícil establecer un tratamiento efectivo, ya que los factores físicos y psíquicos están interrelacionados en este tipo de dolencias. A esto se añade el problema de que se trata de afecciones muy difíciles de diagnosticar.

Sensibilidad extrema a los sonidos

La hipersensibilidad al sonido muestra diferentes condiciones, pero en todos los casos se trata de una percepción anormal de los sonidos que se producen a nuestro alrededor. Se puede manifestar en forma de hiperacusia, que es cuando la persona percibe el sonido a un volumen más intenso de lo que en realidad se está produciendo. La fonofobia es otra de las variantes de la hipersensibilidad al sonido que tiene una causa psicológica. En los casos de fonofobia, el problema es el miedo incontrolado que producen ciertos sonidos como la voz, tanto la de otras personas como la de la propia persona que lo padece.

Otros problemas de audición son difícilmente soportables, como el tinnitus, cuando se perciben golpes o sonidos repetitivos en el oído sin que en realidad se estén produciendo. Pero una de las dolencias auditivas que más complicaciones presenta en su tratamiento es la misofonía.

Los problemas de la misofonía

La misofonía produce una sensación de disgusto en la persona que lo padece al escuchar determinados sonidos que producen los demás. Sonidos como masticar, tragar, sorber o comer se hacen insoportables para quienes presentan misofonía, y en los casos más graves la situación se vuelve tan insoportable que se pueden presentar comportamientos de ira o violentos.

La misofonía no se trata de una fobia, por lo que no tiene una causa psicológica, sino neurológica, pero en su tratamiento sí pueden ayudar terapias psicológicas o incluso hipnóticas. El problema que presenta esta enfermedad, que aparece al final de la infancia pero se agrava con el tiempo, es su difícil diagnóstico y la falta de un tratamiento adecuado. De hecho hasta hace bien poco no había sido catalogada como enfermedad.

Las personas que presentan misofonía generalmente desencadenan graves problemas psicológicos. Debido a su comportamiento a veces agresivo ante los demás, pueden tomar la decisión de evitar todas aquellas situaciones que motivan su malestar, por lo que en la mayoría de los casos termina con un aislamiento social de la persona afectada. Los escasos recursos con los que cuentan para paliar su dolencia tampoco ayudan a favorecer su integración social, ya que únicamente disponen de la opción de usar tapones para los oídos o audífonos que reproducen música. En cualquier caso, están destinados a no escuchar los sonidos que producen el malestar, pero no a resolver el problema.

A la espera de un tratamiento más adecuado, los afectados por la misofonía siguen condenados a vivir en un estado o bien de ansiedad, si deciden hacer frente a los molestos ruidos, o bien de aislamiento, si deciden evitarlos.

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