Complejo de arrugas: cómo aceptar el paso del tiempo

Laura Sánchez, Filóloga

El tiempo va transformando nuestro aspecto físico de forma inevitable. Envejecemos, qué le vamos a hacer. Y el primer signo de que nos vamos haciendo mayores son esas primeras líneas de expresión que más tarde se convertirán en arrugas. Lo cierto es que hay muchas personas acomplejadas por estas delatoras de la edad. Descubre en nuestro diccionario de complejos cómo superar el complejo de arrugas.

El complejo de arrugas; uno de los complejos más comunes

Es uno de los complejos más comunes. Un buen día observas en el espejo que esas pequeñas líneas de expresión están empezando a tomar forma de arrugas. Otro buen día, descubres que ya tienes arrugas en toda regla y empiezas a obsesionarte con que estás envejeciendo. Te estás haciendo mayor. ¿Y qué? Lo único que deberíamos pensar es que esas arrugas nos acompañen durante mucho mucho tiempo.

Y sin embargo no podemos pensar nada positivo de las arrugas si lo convertimos en uno de esos complejos físicos que acaban con nuestra autoestima. Me estoy haciendo vieja, no voy a gustarle a nadie o ya no soy atractiva son algunas de las cosas que se nos pasan por la cabeza cuando las arrugas nos acomplejan.

Hay incluso quien lleva este complejo de arrugas hasta el extremo y acaba por convertirse en un trastorno emocional o en una fobia. En efecto, cada vez más mujeres sufren ritifobia, que es ese pánico a la arruga que se apodera de esas mujeres golpeadas por una baja autoestima para las que el físico lo es todo.

Cómo superar el complejo de arrugas

Parece que la forma más evidente de superar algunos complejos físicos es poner fin a ese rasgo que detestamos. Sin embargo, aunque es la forma más evidente, no es la más efectiva. Cualquier complejo físico relacionado con el aspecto exterior, debe ser superado desde el interior, desde la aceptación.

No es que le estemos declarando la guerra a las cremas antiarrugas, no es que veamos como algo negativo el querer lucir una piel sana y fresca. Tampoco se trata de dar saltos de alegría al ver cómo nuestro cuerpo se va transformando con la edad. Pero sí hablamos de aceptar la situación de hacernos mayores desde otro punto de vista.

En lugar de considerar las arrugas como un estigma, podemos considerarlas como una marca. Una marca de aquello que hemos vivido, de las risas que nos han hecho felices y de toda la experiencia acumulada. Y es que somos de las que pensamos que una mujer madura es más sexy y más interesante.

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