Cómo evitar que el estrés se convierta en depresión

Laura Sánchez, Filóloga

Se ha hablado tanto del ritmo frenético de la sociedad actual que ya hemos asumido que vivir bajo una gran presión o estrés es la única forma posible. Acostumbrarse al estrés puede aligerar el peso de nuestro día a día, pero lo cierto es que los perjuicios del estrés son como una carrera de fondo cuyas consecuencias se dejarán notar con el paso del tiempo.

Uno de los grandes peligros de vivir en una situación de estrés durante mucho tiempo es la posibilidad de caer en una depresión. Se trataría así de una depresión gestada durante mucho tiempo que nos va a ser muy difícil superar. Pero siempre podemos poner algo de nuestra parte para que ese estrés en el que vivimos no se convierta en una depresión.

Del estrés a la depresión

Somos perfectamente capaces de identificar el estrés, la presión diaria por darlo todo en el trabajo, en casa o con los amigos. También somos capaces de identificar los síntomas del estrés como el agotamiento físico y mental, la ansiedad, el insomnio o los dolores musculares. Y sin embargo, no somos capaces de acercarnos al origen del problema del estrés.

El estrés se origina por un sentido de la responsabilidad excesivo, por preocuparnos demasiado por los aspectos de nuestra vida exterior y por no dedicar el tiempo suficiente a nuestra vida interior. El caso es que todo ese estrés que vamos acumulando durante años y que vamos ignorando por considerarlo como un mal necesario va pasando factura en nuestra estabilidad emocional y puede llevarnos a la depresión.

Una depresión provoca por agotamiento vital, por la insatisfacción de todas esas metas que la sociedad nos imponte y que somos incapaces de alcanzar, por el desánimo de esa sensación de no estar a la altura de lo que los demás esperan de nosotras y por la ansiedad que genera ese competitividad laboral en la que nos encontramos.

Controlar el estrés para evitar la depresión

Pero cuando la depresión no viene provocada por cusas fisiológicas como ciertos desajustes en el organismo, somos nosotras las principales responsables de frenar este problema a tiempo. Si el estrés nos amenaza con hacernos caer por un precipicio de desánimo y tristeza, debemos aprender a controlar ese estrés.

Claro que no es fácil aprender a manejar el estrés y convertirlo en una fuente de energía que nos impulse a conseguir nuestros sueños. Pero la verdad es que puede hacerse. Lo primero que debemos hacer es identificar nuestros propios sueños, los nuestros y dirigirnos hacia ellos y a hacia lo que nos hace feliz a nosotras, no a los demás.

Una mirada más sincera y honesta a nuestro mundo interior nos ayudará a identificar tanto deseos como necesidades y así podremos centrar nuestros esfuerzos en lo verdaderamente importante. Porque el peligro del estrés no es tener que ir con prisas, sino correr en la dirección equivocada.

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