Cómo afecta el clima a nuestro estado de ánimo

Laura Sánchez, Filóloga

Parece que nuestro equilibrio emoconal depende de tantos factores, internos y externos, que es muy difícil poder manejar por completo nuestro estado de ánimo. A los problemas habituales que pueden desequilibrarnos, como las discusiones de pareja, la preocupación por los hijos, los desencuentros familiares, la inestabilidad laboral, etc, se suma otro motivo que influye en nuestros cambios de humor: el clima. Y es que el clima de la zona en que vivimos puede determinar nuestro carácter de forma que los habitantes de las zonas frías son más reservados mientras que los de climas templados son más abiertos y sociables.

Otoño e invierno

Pero no sólo el clima general de una determina zona influye en nuestra personalidad. Los cambios de temperatura y, especialemente los cambios estaciones, colocan nuestro equilibrio psicológico en un tiovivo de emociones que difícilmente podemos controlar. Así, son muy frecuentes las depresiones en otoño, como si con la caída de cada hoja, se fueran desprendiendo también de nosostras todas las ilusiones.

Quien consigue levantar cabeza y superar el desánimo otoñal, tiene aún otra dura prueba a la que enfrentarse: la depresión navideña, un trastorno emocional al que cada vez más personas sucumben. Y es que el frío invierno es propicio para que aparezcan esos sentimientos de soledad, tristeza y nostalgia, que nos pueden dejar en un estado de decaimiento hasta que aparezcan los primeros rayos solares.

También hay personas que adoran las estaciones frías, que se sienten más cómodas y seguras con la lluvia y con los días oscuros, pero por norma general, la mayoría de la gente se ve influenciada por la cantidad de luz ambiental.. No en vano, algunas terapias psicológicas tratan los estados depresivos con proyecciones de luz.

Primavera y verano

Superada la tristeza provocada por el frío y las lluvias, la primavera aparece como la salvadora de nuestro ánimo. El sol vuelve a hacer acto de presencia y empezamos a sonreír. Buscamos en nuestro armario ropa de colores vivos, con estampados que nos envuelven en una luminosidad que creíamos perdida. Pero no a todos les sienta bien el cambio de estación.

La primavera supone para muchas personas un verdadero suplicio, especialmente aquellas que sufren el trastorno estacional de primavera, agravado por problemas de alergia o asma y que empiezan a sentirse solas cuando ven llenarse de gente las terrazas y ellas no gozan de un grupo de amigos amplio.

A pesar del tan conocido "la primavera, la sangre altera", hay personas que no notan esos efectos apasionados, sino que quedan sumidos en una depresión. Por su parte, el verano, parece ser la estación que menos influencia tiene en el ánimo. Independientemente de que nos guste más o menos el calor, son pocas las personas que notan sus efectos a nivel emocional.

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