Es peor el diagnóstico que la enfermedad

Laura Sánchez, Filóloga

Todas tenemos miedo de perder la salud y ponernos enfermas. Sin necesidad de ser hipocondríacas, la perspectiva de sufrir una enfermedad grave es una de las situaciones más angustiosas por las que podemos pasar. Y lo que ocurre es que nunca nos confirman que tenemos una enfermedad en la primera visita médica, sino que necesitamos hacer una larga peregrinación de pruebas médicas, visitas a distintos especialistas y diagnósticos cruzados hasta que nos confirman que tenemos la tan temida enfermedad o que se trata de un problema de salud menor. Y esa espera del diagnóstico definitivo puede convertirse en un auténtico infierno.

Esperando el diagnósitco

Es la incertidumbre de no saber lo que nos ocurre, el miedo a la posibilidad de temidas efermedades como el cáncer y las dudas sobre cómo será nuestra vida a partir de entonces lo que hace que no podamos manejar con tranquilidad la espera del diagnósitco final.

Ansiedad, angustia, estrés, y en muchos casos, una incapacidad total para continuar con nuestro día a día, llegando a caer en una depresión, es un cuadro frecuente para todas aquellas personas que están esperando un diagnóstico. La larga espera entre pruebas y resultados se convierte así en una agonía difícil de sobrellevar.

Y no es que no tengamos miedo de la enfermedad en si. Pero una vez que la enfermedad está diagnosticada, los médicos se encargarán de guiarnos en los pasos a seguir. Lo que no sabemos es lo que tenemos que hacer mientras se confirma o se descarta la enfermedad.

Consejos para sobrellevar la espera del diagnóstico

En cualquier caso va a ser difícil sobrellevar la espera hasta el diagnósitco final, pero tenemos que poner de nuestra parte y mantenernos alejadas de pensamientos negativos poniéndonos en lo peor. Al fin y al cabo aún no sabemos nada. Así que lo mejor será vivir el presente ajenas a las preocupaciones de salud, ¿cómo?

Lo ideal es pasar la espera hasta el diagnóstico final rodeadas del cariño de nuestros familiares y amigos. También tenemos que esforzarnos por dejar a un lado la apatía y pasar todo el tiempo posible haciendo todo aquello que nos hace más felices, reservando sólo un poco de tiempo para ocuparnos de las inevitables pruebas médicas. 

Pero tenemos que desconectar, sin sentirnos culpables y pensar en disfrutar al máximo, saliendo de fiesta, descubriendo nuevos intereses o haciendo ese viaje que siempre quisimos hacer. Pero no teniendo en la mente un "por si acaso", porque saldremos de esta situación seguro, sino para que la espera del diagnósitco no sea una agonía y, en el caso de que tengamos que enfrentarnos a una enfermedad dura, lo hagamos con todas las fuerzas intactas.

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