Alejarse del odio para ser más feliz

Laura Sánchez, Filóloga

Si hay una emoción que no podemos controlar por su carácter irracional es el odio, que la mayoría de las veces viene acompañado de ira, rabia y agresividad. Podemos sentir odio hacia algunas cosas que se traduce en una sensación de repulsión, pero el odio más dañino es que el que sentimos hacia otras personas. Como cualquier sentimiento, los mecanismos del odio son muy difíciles de desentrañar, pero conviene reflexionar hasta qué punto nos limita esta emoción en el desarrollo de nuestra personalidad.

Las causas que producen el odio

La causa más frecuente de que aparezca el sentimiento de odio es la respuesta a una agresión. En ocasiones nos sentimos dañadas por otras personas, agresiones que no tienen por qué ser físicas, pero que a veces también lo son. En ese momento pasamos a considerar a esa persona como un enemigo que nos está atacando y la respuesta inmediata es el odio.

Todas aquellas personas con una baja autoestima acostumbran a albergar sentimientos de odio, porque se sienten atacadas más fácilmente que las personas seguras de sí mismas. La inseguridad y sentirse inferior a los demás son fuentes generadoras de odio en nuestras relaciones sociales. Conviene por tanto, mejorar esos aspectos de nuestra personalidad, si es necesario con ayuda profesional que nos enseñe a canalizar nuestras inseguridades sin sentir odio hacia otras personas.

Las consecuencias de sentir odio

Es cierto que el odio es un sentimiento natural, pero no por eso es menos perjudicial para nuestra salud tanto emocional como física. Se trata en todo caso de una emoción negativa que puede repercutir en nuestro estado anímico hasta hacernos caer en una depresión. Además, el odio está relacionado con algunos problemas de salud, como el insomnio, el estrés, la ansiedad y debilita considerablemente el sistema inmunitario.

La relación amor-odio

Para evitar estos riesgos para la salud es evidente que tenemos que deshacernos del odio, pero no resulta fácil, pues se trata de un sentimiento innato con el que nuestro cerebro reacciona frente a una agresión. Además, el odio se genera en el mismo punto del cerebro donde se produce el amor, de ahí la dificultad que tienen muchas parejas para distinguir si se odian o se aman. Ambas emociones, el odio y el amor, se convierten así en pasiones que inevitablemente nos consumen. ¿Inevitablemente?

Cómo evitar sentir odio

No tenemos por qué resignarnos a sufrir o a sentir emociones que no queremos. Aprender a racionalizar cada sentimiento que surge en nosotras y relativizar la importancia de dichos sentimientos nos ayudará a sentirnos más fuertes y seguras. También es importante gestionar el sentimiento de odio reduciendo su intensidad y para ello es necesario una mayor tolerancia hacia los errores ajenos. Ten en cuenta que la mayoría de las veces que nos hemos sentimos dañadas, la otra persona ni siquiera se ha dado cuenta del daño que hacía.

El camino para canalizar el odio hacia otro tipo de emociones menos perjudiciales para nuestra salud pasa por mejorar nuestra autoestima y aumentar el grado de comprensión hacia los demás. Haz tuyo el lema de que "no ofende quien quiere, sino quien puede" y esfuérzate en tu desarrollo personal para que nadie pueda dañarte.

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