6 poemas de Sor Juana Inés de la Cruz: análisis de poesías emblemáticas

Poemas sobre la mujer, el amor o la vida de Sor Juana Inés de la Cruz

Sandra Llorente, Periodista
En este artículo
  1. Breve biografía de Sor Juana Inés de la Cruz
  2. Poesía de Sor Juana Inés de la Cruz con significado propio

Su estilo de lírica y la sofisticación y astucia con que logró usar las letras, la convirtieron en una de las escritoras, poetas y dramaturgas más valoradas (y odiadas) de la época. Una mujer sin igual, que en pleno siglo XVII trascendió las convenciones sociales de su realidad, convirtiéndose en una erudita religiosa que logró escribir sobre temas mundanos como el amor, los celos o la reivindicación de la mujer en la cultura. Es Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, y en Diario Femenino queremos acercarte a sus escritos con 6 poemas de Sor Juana Inés de la Cruz con un análisis de su poesía más emblemática, poemas más apreciados y queridos en todo el mundo. 

Breve biografía de Sor Juana Inés de la Cruz

No se conoce mucho del nacimiento y la infancia de Juana Inés de Asbaje, probablemente porque nació como hija ilegítima de familia acomodada en el México colonial. Su madre, doña Isabel Ramírez, nunca contrajo matrimonio con el padre de Juana Inés, don Pedro de Asuaje y Vargas, con el que tuvo varios hijos, así como tampoco con su pareja posterior, don Diego Ruiz Lozano, con el que procreó dos niños más. Poco se sabe de sus padres y de las razones por las que su madre nunca se desposó con sus parejas, pero ya siendo monja, Sor Juana Inés de la Cruz mantuvo siempre en secreto las circunstancias de su nacimiento. De hecho, tampoco se sabe con exactitud en qué año nació, que actualmente se estima entre 1648 y 1651 en San Miguel de Nepantla, en el Virreinato de la Nueva España (hoy Nepantla de Sor Juana Inés de la Cruz, municipio de Tepetlixpa, Estado de México).

Todo parece indicar que, quizás, la propia madre de Juana Inés fue una mujer diferente en su tiempo, no solo por su peculiar manera de unirse en pareja en aquella época, sino porque no tuvo reparo en que una mujer, su hija, tuviera acceso a las letras de una manera erudita sin precedentes. De hecho, parece que fue durante los años vividos en la hacienda de su abuelo materno, donde Juana Inés aprendió a leer y escribir, devorando cada uno de los libros de la biblioteca familiar. Además, es en esos años cuando aprende náhuatl, algo bastante poco usual para una mujer de su clase.

Durante la adolescencia, formó parte de la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera, quien junto a la virreina, Leonor de Carreto, la convirtieron en su protegida, hecho que le permitió codearse con las personalidades ilustres de la época y comenzar a escribir y exhibir sus primeros escritos. Tan grande era la necesidad de conocimiento de Juana Inés de Asbaje que se dice que quiso entrar en la Universidad vestida de hombre. Sin embargo, tras la negativa de su madre y sus allegados, decidió entrar en la orden religiosa, a mano del consejero de los virreyes el padre Nuñez de Miranda. De esta manera, se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz, con lo que pudo desarrollar el estudio (no solo de las letras, también de la ciencia) toda su vida.

Poesía de Sor Juana Inés de la Cruz con significado propio

Sor Juana Inés de la Cruz escribió varias obras de teatro, villancicos y tocotines (similares a los villancicos con lenguas originarias de México), autos sacramentales e incluso un tratado de música, pero donde destacó profusamente fue con su obra lírica. Sus poemas recogen tanto temas religiosos como temas mundanos, por lo que fue duramente criticada desde el sector más conservador de la Iglesia. Su tema favorito fue el amor, visto desde todos los ángulos posibles, desde el amor romántico, el familiar, el amor a Dios... y cómo se desarrollan la relaciones en torno al mismo. Otro de los temas importantes que hoy se destacan es el de la reivindicación del conocimiento a las mujeres, algo que les era totalmente prohibido en la época y que Sor Juana Inés siempre defendió. Hemos recuperado algunos de sus poemas más emblemáticos, para que puedas deleitarte leyendo a la musa décima, la única poetisa americana, como se la conocía en la época.

1 Amor empieza por desasosiego

Amor empieza por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos;

crece con riesgos, lances y recelos;

susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,

conserva el ser entre engañosos velos,

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:

¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?

Pues no te engañó amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso.

Interpretación: en este soneto sor Juana Inés de la Cruz reflexiona sobre el mal que hacen los celos en una relación, hasta el punto de apagar la llama del amor y terminar con el mismo. La pasión sin control y los celos por miedo a perder a la persona amada, se convierten, al final, en la razón por la que la otra persona, en este caso una mujer, decide terminar con la relación.

2 Hombres necios que acusáis... 

Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual

solicitáis su desdén,

¿por qué queréis que obren bien

si la incitáis al mal?

Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco

el niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro

que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén

tenéis condición igual,

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por cruel

y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar? 

Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.

Interpretación: en esta redondilla de tono intenso, Sor Juana Inés de la Cruz deja clara su postura ante la hipocresía de los hombres hacia las mujeres de la época. Claramente se ven diferenciados diferentes estereotipos de mujeres en una época. De manera ágil y con la perspicacia que la caracteriza, Sor Juana Inés de la Cruz le da la vuelta al asunto, culpando y criticando a los hombres de ser ellos quienes propician ver a las mujeres de esta manera.

Es importante decir que Sor Juana Inés tuvo muchos admiradores de su talento, pero también muchos detractores, precisamente por esta idea de liberación de la mujer que en su tiempo propagaba. De hecho, una de sus obras más famosas es 'Respuesta a sor Filotea de la Cruz', creada para contestar las recriminaciones que el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, le hizo con el pseudónimo de sor Filotea, alegando la incapacidad de que una mujer pudiera dedicarse a temas filosóficos.

3 Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y en tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía,

pues entre el llanto que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos.

Interpretación: algunos interpretan este precioso poema como el amor a Dios de Sor Juana Inés de la Cruz. Otros prefieren pensar que pudo ser un amor mundano, secreto o anterior a su entrada al convento. Sea como sea, es un poema escrito con el corazón, que eriza los pelos a cualquiera que lo lea con detenimiento.

4 Detente, sombra de mi bien esquivo

Detente, sombra de mi bien esquivo

imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo

sirve mi pecho de obediente acero,

¿para qué me enamoras lisonjero,

si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho

de que triunfa de mí tu tiranía;

que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía.

Interpretación: en este fantástico poema, la musa décima alude a la fantasía del amor, ese amor que no se puede poseer pero que sí se puede soñar, hasta el punto de ser experimentado mediante la divinidad. Es un poema pasional que alude al poder de la mente frente a lo físico y real.

5 A una rosa

Rosa divina, que en gentil cultura

Eres con tu fragante sutileza

Magisterio purpúreo en la belleza,

Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,

Ejemplo de la vana gentileza,

En cuyo ser unió naturaleza

La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida

soberbia, el riesgo de morir desdeñas,

y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!

Con que con docta muerte y necia vida,

Viviendo engañas y muriendo enseñas.

Interpretación: un bonito poema dedicado a una rosa, pero quizás también a esas personas que son como rosas en el exterior, que quizás aparentan algo que en realidad no son...

6 Quéjase de la suerte

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento

que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida

es despojo civil de las edades

ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

Interpretación: un sagaz poema de Sor Juana Inés de la Cruz en el que replantea la manera en que vivimos y aquello en lo que realmente perdemos nuestro tiempo. Leerlo te hace reflexionar sobre el sentido de la vida y nuestras propias convicciones.

¿Qué te parecen estos maravillosos poemas de Sor Juana Inés de la Cruz? ¡Son perfectos! 

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