Estrés y ansiedad: una alianza que debemos evitar

Laura Sánchez, Filóloga

Hay momentos en los que la vida nos supera. No podemos con las preocupaciones, con las responsabilidades, con los retos... y empezamos a encontrarnos mal, nerviosas, cansadas, irritables. ¿Es estés o es ansiedad? No siempre es fácil saber dónde termina uno y empieza otra.

Teniendo en cuenta que el estrés, la ansiedad y la depresión son los grandes males del siglo XXI, una verdadera epidemia cuyas causas más inmediatas se observan en un empeoramiento de la calidad de vida, en la insatisfacción y en la cantidad de bajas laborales, pero cuyas consecuencias a largo plazo desconocemos, vamos a intentar ponerle freno. Y para combatir a nuestros enemigos, necesitamos conocerlos, así que ponemos en su sitio al estrés y a la ansiedad.

El estrés que deriva en ansiedad

Un cierto grado de estrés, como ocurre con la ansiedad, es muy positivo, nos da energía, mantiene la ilusión y nos activa para conseguir nuestros objetivos. Pero tal vez por tener demasiados metas en perspectiva, tal vez porque se nos acumulan los proyectos vitales y profesionales, tal vez porque nos cargamos de responsabilidades o tal vez porque no sabemos cómo afrontar las adversidades, ese estrés que nos motiva empieza a paralizarnos.

Ese estrés llega en forma de dolores de cabeza, dolores musculares, insomnio, cansancio, falta de concentración, inseguridad, exceso de preocupación, nervios, temblores, boca seca, dificultad para respirar...en definitiva, todos ellos síntomas de ansiedad. Y es que el estrés, cuando no sabemos manejarlo, se convierte en un trastorno de ansiedad.

Para establecer una diferencia entre estrés y ansiedad, podríamos decir que el estrés genera ansiedad, pero la ansiedad no provoca necesariamente estrés. También se diferencian en que mientras que las causas de la ansiedad pueden ser poco concretas y remontarse al pasado, el estrés se origina por situaciones concretas que podemos identificar claramente.

Manejar el estrés y la ansiedad

Si tomamos el estrés como el paso previo a un trastorno de ansiedad, nos interesa aprender a manejarlo a tiempo. Transformar ese nerviosismo en energía positiva que nos active en lugar de que nos paralice. Para manejar el estrés hay que actuar en el plano físico y en el plano emocional.

En el plano físico, podemos mantener el estrés a raya con unos hábitos de vida saludables, con una alimentación equilibrada, con algo de ejercicio físico y manteniendo una higiene del sueño que nos permita descansar y levantarnos con energía. En el plano emocional, cualquier técnica que nos ayude a ser más fuertes psicológicamente, será bienvenida, pero todas pasan por aprender a reflexionar sobre nosotras mismas y a afrontar los problemas con inteligencia.

En cualquier caso, la mejor medida anti estrés es el descanso, desconectar del trabajo, de la familia, de las responsabilidades, de los problemas. Al primer síntoma de estrés, debemos acudir a la relajación como primera y fundamental ayuda, que además impedirá que se abra paso la ansiedad.

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