Los bebés también sufren de ansiedad: cómo proteger a tu hijo

Laura Sánchez, Filóloga

Generalmente hablamos de la ansiedad, de sus tipos y de sus tratamientos desde el punto de vista de las personas que más la sufren, es decir, las mujeres. Pero resulta que la ansiedad no entiende de géneros, ni de edades, ya que puede aparecer en personas mayores, en niños y también en bebés.

Si bien la ansiedad en niños es muy preocupante porque puede afectar a su desarrollo personal como adulto, la ansiedad en bebés es aún más peligrosa ya que puede tardar más en diagnosticarse y su tratamiento no está muy definido. Lo que sí encontramos son algunas maneras de proteger a los bebés de los trastornos de ansiedad.

La ansiedad en el bebé

Aunque no es muy frecuente, hay bebés que sufren de ansiedad. Lógicamente un bebé explica su malestar en forma de llanto, por lo que podemos adivinar la complicación a la hora de diagnosticar a un bebé con ansiedad. Además del llanto, los síntomas de ansiedad en el bebé se muestran con alteraciones del sueño, o bien duerme demasiado o bien duerme muy poco, o con alteraciones en la alimentación.

La gran pregunta nos hacemos es ¿cuál es el motivo de que un bebé tenga ansiedad? Pues lo cierto es que la ansiedad en el bebé puede venir motivada por el propio parto, es decir, desde el mismo momento de su nacimiento. Otras causas de ansiedad en bebé son una alimentación inadecuada, alguna enfermedad, falta de atención y cuidados o un ambiente familiar conflictivo.

No podemos menospreciar el alcance de la ansiedad en bebés, ya que las consecuencias pueden ser tan peligrosas como la ansiedad en niños, adolescentes y adultos. Y es que la ansiedad en el bebé puede afectar seriamente a su sistema inmunitario, aumentar el riesgo de padecer trastornos del sueño durante toda su vida de adulto, crecer con una gran inseguridad y mermar su capacidad de aprendizaje.

Cómo proteger a tu bebé de la ansiedad

El tratamiento para la ansiedad en bebés no sigue los cauces habituales. No podemos contar ni con medicamentos, ni siquiera con el tratamiento psicológico, sino que en la mayoría de los casos, lo único que se necesita es actuar con cordura y humanidad. El bebé ha de estar rodeado de un ambiente familiar agradable y tranquilo donde se perciba claramente el cariño que necesita.

Además, para que el bebé no sufra ansiedad tiene que recibir los cuidados necesarios de higiene, como el cambio habitual de pañales o el baño, sentir el abrazo de los que le rodean y, en definitiva, sentirse seguro en su entorno. Se trata, en todo caso, de que en los primeros meses de vida el bebé no pase por experiencias traumáticas que le inspiren temor.

Y aunque no siempre es posible, se aconseja siempre que se pueda, la lactancia materna, ya que numerosos estudios proclaman los beneficios de la alimentación más natural, no solo para reforzar el sistema inmunitario del bebé, sino para garantizar un mejor desarrollo rodeado de afecto y tranquilidad.

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