Cómo aprender a que los problemas no te superen

No dejes que los problemas te impidan ser feliz

Laura Sánchez, Filóloga

Seguramente te has dado cuenta de que ser feliz se convierte en un camino lleno de obstáculos llamados problemas. Problemas de diferente grado de importancia que, a veces, nos superan y nos llegan a paralizar. Queremos aprender a que los problemas no nos superen y nos han contado algunos trucos.

No dejes que los problemas te superen

Tenemos problemas continuamente. Todo el mundo tiene problemas, aunque veamos a algunas personas que pasan por la vida sin preocupaciones. Pero, ¿cómo te tomas los problemas? Puedes dejar que te superen y hundirte en un estado con peligro de caer en una depresión paralizante o puedes tomar medidas y ver los problemas desde el punto de vista del crecimiento personal. Una crisis es siempre una oportunidad para crecer y, por eso, te damos algunos consejos para que los problemas no te superen: 

+ Dar al problema la verdadera importancia que tiene. Muchas veces nos enfrentamos a lo que consideramos un problema importante, mientras que para nuestros allegados es solo un contratiempo sin importancia. El problema es de grande como cada uno lo siente, así que no hay que intentar minimizarlo siguiendo la opinión de los demás, ni engrandecerlo siguiendo la tónica del tremendismo vital.

+ Considerar el problema como un reto y no como un obstáculo. Un problema no aparece en el camino para obstaculizarnos, sino para que aprendamos de él, o puede que lo haga para que cambiemos de camino. En cualquier caso, ver el problema como un reto a superar y no como un parón en el camino nos ayudará a enriquecernos con el propio problema durante todo el tiempo que dediquemos a superarlo.

+ Tener más presente el camino que la meta. Está claro que es saludable tener objetivos a corto, medio y largo plazo y tener metas y sueños que perseguir. Lo que no es saludable es obsesionarnos con llegar a la meta. Si consideramos la vida como un camino y los problemas como parte inevitable de ese camino, aprenderemos también a crecer personalmente con cada problema.

+ La zona de confort y los problemas. Tememos los problemas porque nos alejan de nuestra zona de confort. Un problema es todo aquello que obstaculiza nuestros planes o nuestra perspectiva vital. ¿Qué pasa si nos atrevemos a afrontar el problema y salimos de la zona de confort? Que habremos crecido y aprendido un poco más, y que tal vez hayamos descubierto otras formas de ser feliz.

+ Desconectar. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los problemas no se resuelven en un momento, que estarán un tiempo ahí en nuestra vida, por eso conviene desconectar unas horas o unos días, porque pensar en el problema continuamente acaba por oscurecer cualquier solución que podamos encontrar. Alejarnos del problema, cambiar de escenario o cambiar de aires nos ayudará a renovar las fuerzas para enfrentarnos a él.

+ Buscar apoyos diferentes. Comentar el problema con otras personas nos aporta visiones diferentes a la que tenemos. Siempre es más fácil encontrar soluciones desde la distancia que desde el propio agobio que estamos viviendo. Y necesitamos una visión amplia y ampliada, con diferentes tonos para no caer en el positivismo irreal ni en la negatividad.

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