Los gordos son más felices: ¿mito o realidad?

Laura Sánchez, Filóloga

Todas conocemos a alguna persona que se pasea orgullosa y sonriente con sus kilos de más, mientras las demás nos martirizamos con dietas milagro que, además de provocarnos una ansiedad constante, ponen en grave riesgo nuestra salud. La imagen del 'gordo feliz 'es una imagen real. Pero también conocemos a esas otras personas con sobrepeso que son tremendamente infelices porque no están a gusto con su cuerpo. Y también están todas aquellas personas que sufren trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia porque quieren ser aceptadas en esta sociedad donde los obesos no tienen cabida estéticamente hablando.

Felicidad o depresión

Y es que las cuestiones que rodean al peso son muy complejas. Hay estudios que certifican la imagen del 'gordo feliz' tras descubrir que un gen concreto, el responsable de la obesidad cuando se trata de un problema genético, reduce considerablemente el riesgo de depresión. Sin embargo, también hay otros estudios que vienen a demostrar lo contrario, es decir, la gran incidencia de la depresión en las personas obesas.

Lo cierto es que si hablamos de obesidad estamos hablando de una enfermedad que implica muchos riesgos para la salud, como enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, colesterol, presión arterial alta, diabetes y enfermedades de las articulaciones. Pero conviene advertir que una persona gorda no siempre es una persona obesa, y menos hoy en día donde se promueve una imagen ideal de delgadez extrema, que probablemente presenta tantos riesgos para la salud como la obesidad.

La gordura se convierte así, en un concepto relativo, al igual que el de la belleza, que varía considerablemente de unas épocas a otras. No podemos olvidar que esa mujer comúnmente aceptada como símbolo sexual que fue Marylin Monroe, hoy en día sería considerada gorda. Así que más que debatir por qué los gordos son felices, tal vez sería mejor que revisáramos nuestra noción de gordura.

Gordos felices

No deja de sorprender la rapidez con que la sociedad desprecia a las personas gordas y las relaciona con innumerables problemas de salud. Hasta el punto de que la gran mayoría de las dietas se inician con la excusa de mejorar la salud, y no la de mejorar la estética. Sin embargo, esas mismas personas que promueven la necesidad de adelgazar por una cuestión de salud no dudan en someter a su cuerpo a estrictas dietas milagro con los peligros que ello supone a nivel físico y anímico.

Sorprende también que en las tiendas de ropa hagan la distinción entre tallas grandes y las tallas consideradas "normales", y que dentro de esas tallas "normales" incluyan prendas de la 36 o de la 34. Así, empezamos a entender a esos 'gordos felices' que disfrutan de una buena comida en compañía de los amigos sin preocuparse de buscar el mejor método dietético que les permita entrar en un pantalón de la talla 36. Porque ellos no estarán dentro de los cánones estéticos, pero eso es precisamente lo que les permite disfrutar más de la vida y aceptar su cuerpo tal y como es.

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