Impaciencia como causa y consecuencia de la ansiedad: aprender a esperar

Laura Sánchez, Filóloga

No puedes esperar más, tienes que conseguirlo ya, tienes que saberlo ya, tienes que llegar ya. Sin duda, te encuentras en una situación de ansiedad y también de impaciencia. Pero, ¿es la ansiedad la que provoca la impaciencia o la impaciencia la que te produce ansiedad? Ambas opciones son posibles, porque la impaciencia es una consecuencia de la ansiedad, pero también una de sus causas.

La peligrosa combinación de impaciencia y ansiedad

Bien sea como causa o efecto, la impaciencia y la ansiedad se dan la mano formando una pareja que puede acabar con tu equilibrio emocional. Un trastorno de ansiedad puede verse afectado si lo que buscas es una recuperación rápida, por ejemplo. Pero esa impaciencia también puede afectar a tu día a días. Hay que aprender a esperar, entender que cada cosa lleva su tiempo y afrontar la espera sin sentimiento de frustración.

La impaciencia se puede presentar en infinidad de momentos. Tal vez estás esperando el resultado de unos análisis médicos y durante unos días apenas puedes controlar los nervios; tal vez te han llamado para una entrevista de trabajo y la ansiedad te impide dormir hasta que llega el día indicado; tal vez estás deseando ver a tu pareja después de un tiempo ausente y no puedes concentrarte en tu trabajo porque quieres que el momento llegue ya.

La inmediatez es algo que no está sujeto a tu control en la mayoría de las ocasiones. Y es esa falta de control sobre la situación, esa impotencia de no poder actuar hasta que no llegue el momento es lo que produce la ansiedad. Si la impaciencia no te deja vivir, actúa cuanto antes, porque no te va a dejar ser feliz.

Cómo aprovecharte de la impaciencia

Pero la impaciencia, además de su cruz, tiene su cara. Como ocurre con la ansiedad, que si aprendes a manejarla puede convertirse un aliado para lograr tus metas, la impaciencia puede aprovecharse en beneficio propio. Porque las personas impacientes son aquellas que desean ver el resultado cuanto antes, en personas exigentes, perfeccionistas y seguras de que lo van a lograr.

Por eso, un cierto grado de impaciencia puede funcionar como motor, como estimulante para dar un paso más en tu carrera, en tu vida personal, en el camino hacia el equilibrio emocional. Las ganas o el deseo imperioso de conseguir algo pueden ser los motivos por lo que afrontar el día con optimismo y con toda la fuerza. Pero si no lo consigues ese día, recuerda no desanimarte, porque tal vez debas esperar un poco más.

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