Depresión orgánica: una depresión por causas médicas

Tratamiento para la depresión orgánica

Laura Sánchez, Filóloga

Son tan variadas las causas de depresión que a veces es difícil establecer el origen del trastorno emocional. Conocemos la depresión endógena, la depresión postraumática y muchos otros tipos de depresión cuyas causas a veces son concretas y otras veces no.

También conocemos la depresión por enfermedad, provocada por una incorrecta adaptación a la situación de salud que estamos viviendo. Y otra depresión muy ligada a la enfermedad, ya que viene determinada por causas médicas, es la depresión orgánica o la depresión somatógena.

Qué es la depresión orgánica

La depresión orgánica o depresión somatógena se produce como consecuencia de los síntomas físicos de una enfermedad o por los efectos de determinados medicamentos. No se trata de la no aceptación de la enfermedad, sino de que los propios síntomas de la enfermedad producen la depresión.

Es el caso de las enfermedades tiroideas, por ejemplo, de la anemia, de infecciones virales, de herpes, de algunos tipos de cáncer, del Parkinson, de la esclerosis múltiple o del Alzheimer. Esta depresión orgánica también puede ser producida por ciertos medicamentos entre los que se encuentran los ansiolíticos, los antiinflamatorios no esteroides y los anticonceptivos orales.

Este tipo de depresión orgánica es muy difícil de diagnosticar porque sus síntomas pueden confundirse con la sintomatología propia de la enfermedad que se está sufriendo, algo que a su vez dificulta el tratamiento. En cualquier caso, como cualquier otro tipo de depresión, la depresión orgánica también se cura.

Tratamiento de la depresión orgánica

Aunque esta depresión orgánica viene como consecuencia de una enfermedad, una vez superada esa enfermedad, es posible que la depresión perdure. Por eso es importante diagnosticar a tiempo esta enfermedad y no confundirla con un estado de ánimo natural de una persona enferma.

Entre los tratamientos más efectivos para superar la depresión endógena nos encontramos con el tratamiento farmacológico con antidepresivos, si bien siempre es recomendable completar la recuperación con la terapia cognitiva que reforzará nuestro equilibrio emocional de cara al futuro, evitando así una recaída o una depresión crónica.

Y aunque nos siga sonando un poco fuerte, la terapia electroconvulsiva es una buena opción para los casos de depresión orgánica más graves donde el riesgo de suicidio es más alto, así como para todas esas depresiones que no responden a los tratamientos farmacológicos.

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