Por qué es tan importante perdonar y pedir perdón: efectos psicológicos

Pedir perdón y perdonarse a uno mismo es liberador

Laura Ruiz Mitjana, Psicóloga
En este artículo
  1. Los efectos psicológicos de pedir perdón o de perdonar
  2. Consecuencias de perdonar y de no perdonar
  3. ¿Cómo perdonarse a uno mismo o pedir perdón?
  4. Perdonar o pedir perdón: una fortaleza

¿Qué significa perdonar? Según la Real Academia Española (RAE): "Dicho de quien ha sido perjudicado por ello: Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa". Perdonar implica liberarse; pedir perdón implica reparar, reconstruir. Cuando perdonamos, aceptamos una realidad dolorosa y nos liberamos de ella. 

El perdón se ejerce en dos direcciones; hacia uno mismo y hacia los demás. Podemos perdonarnos a nosotros mismos, cuando sentimos culpa, o perdonar a los demás, cuando sentimos rencor o deseo de venganza.

Cuando nos perdonamos a nosotras mismas somos capaces de pasar de la culpa a la responsabilidad (y esta nos ayuda a ser más fuertes en un futuro), y del rencor a la liberación. ¿Cuáles son los efectos psicológicos de perdonar? ¿Por qué es tan importante perdonar o pedir perdón? Y quizás aún más importante: ¿cómo podemos hacerlo? En Diario Femenino te lo contamos.

Los efectos psicológicos de pedir perdón o de perdonar

Según el psicólogo Luis Muiño, desde un punto de vista psicológico, el perdón hacia uno mismo y hacia los demás, es algo que sienta fenomenal. Es algo muy liberador, y uno de los aspectos que más se trabajan en terapia.

Perdonar y perdonarse resulta útil, porque permite crear buenos (y nuevos) espacios para seguir hacia adelante. Según Muiño, es una forma de "atar" lo ocurrido y de empezar de nuevo, que además, nos ayuda a "ser otras personas". Y recalca la importancia del ser humano de empezar de nuevo continuamente.

El perdón es un proceso que está ligado a dos sentimientos y que, paradójicamente, nos permite liberarnos de ellos. Estos son: el rencor (hacia los demás) y la culpa (hacia uno mismo). Sentimos rencor por el daño que nos han causado, y sentimos culpa por algo que no hicimos bien en su momento. El perdón permite sanar estos sentimientos.

En el caso de la culpa, pedir perdón y perdonarse nos permite abrirle las puertas a la piedad, una piedad hacia nosotros mismos, eso es, la autocompasión. Y es que el perdón es un acto que nos ayuda a manejar la culpa, a convertirla en responsabilidad.

La culpa es un sentimiento paralizador, que nos hace quedarnos estancados y no avanzar, lamentándonos por lo que hemos hecho mal. En cambio, la responsabilidad es un sentimiento que nos permite mirar hacia el futuro, hacia delante.

Cuando nos responsabilizamos de nuestros actos, somos capaces de decir: "hice determinadas cosas, pero me perdono a mi mismo porque en esas circunstancias era lo único que podía hacer. Ahora voy a responsabilizarme de todo y a hacer cosas distintas en el futuro".

Según la coach Mónica González, creadora del podcast de psicología Entiende tu Mente, junto al psicólogo Luis Muiño y al locutor de radio Molo Cebrián, hay una base de aprendizaje en el acto del perdón. Tanto perdonar como pedir perdón son procesos liberadores en los cuales, según ella, deberíamos salir fortalecidos.

Consecuencias de perdonar y de no perdonar

¿Qué ocurre cuando perdonamos? Que, como también afirmaba Muiño, nos liberamos de capas de odio, de ira, de energía que la enfocamos a cosas dolorosas...

En cambio, cuando no perdonamos, nos mantenemos atrapadas: en una misma (en la culpa) y en los demás, en el rencor. Cuando no perdonamos, nos une un hilo invisible a esa persona que ya no queremos en nuestra vida, o que tanto daño nos ha hecho.

Por ello, perdonar es desapegarse del rencor y de la culpa. Y esa energía que se libera en el acto de perdonar nos fortalece, nos ayuda a generar recursos. Porque sí, en su momento quizás hicimos ciertas cosas "incorrectas", pero ahora somos responsables de hacerlo de otra forma

Es importante saber que perdonar no es reconciliarnos con algo que seguimos viendo como doloroso. Tampoco es aceptar o asumir que el otro (o yo misma) lo hiciese bien. Perdonar, por contra, es normalizar que algo no fue correcto, que fue dañino, y a partir de ahí construir una nueva situación o realidad. Significa salir fortalecidas, con el aprendizaje de aquello que no queremos que vuelva a repetirse (ni por nuestra parte ni por la de los demás).

¿Cómo perdonarse a uno mismo o pedir perdón?

Hay dos pasos básicos en todo proceso de perdón: reconocer y aceptar el sentimiento que sustenta ese deseo de perdonar y liberarse de él.

+ Reconocer y aceptar la culpa y el rencor

Por ello, empieza reconociendo que los sentimientos son algo natural en las personas, y que eso incluye el rencor o la necesidad de venganza, de resarcimiento. Todos tenemos estos sentimientos, ¡son naturales! Otra cosa es que se cronifiquen en el tiempo (por ello la importancia del paso dos: liberarse de ellos, cuando nos sintamos preparados).

Así, debemos tener claro que, el tener este tipo de sentimientos forma parte de nuestro lado más ancestral; nos llenamos de noradrenalina y de otras sustancias químicas cerebrales cuando nos hacen algo injusto, y dejamos de ser empáticos con el otro (dejando también de segregar oxitocina). Por ello, recuerda: no somos "responsables" de esos sentimientos: acéptalos.

+ Liberarse

El segundo paso, una vez reconocidos los sentimientos negativos, es liberarse de ellos. Recuerda que el rencor resulta inútil, porque te encadena a la persona por la que sientes esa emoción. Así que, una vez aceptes tu sentimiento, debes liberarte de él. Esto significa perdonar.

Para liberarte, puedes probar a escribir "el diario del perdón". En este diario, escribe qué sientes: pregúntate, ¿qué me hizo daño? ¿Por qué? ¿Qué sentí? Escribir, desahogarse… es el principio para sanar las heridas. Si no sacamos esas emociones, no las vemos y por lo tanto, no somos capaces de identificarlas.

Perdonar o pedir perdón: una fortaleza

Cuando tenemos la necesidad de pedir perdón o perdonar, a veces hay un "freno" que no vemos, que nos impide liberarnos, y es creer que quien perdona es débil. No es así. Al contrario. Gandi decía que "el perdón es un atributo de los fuertes", porque no todo el mundo puede liberarse de ese sentido de rencor que nos mantiene unido al otro, o a aquello que nos hirió. 

Como hemos ido viendo, mantener el deseo de venganza es mantener el vínculo con lo que nos hizo daño, por lo que, destierra esta idea de debilidad asociada al perdón. No perdona "el débil", perdona quien lo desea, quien decide voluntariamente desapegarse de aquello que le hizo daño.

Y tú, ¿sientes la necesidad de pedir perdón o perdonar? ¿De perdonarte a ti misma, quizás? La importancia de perdonar y saber pedir perdón es enorme, a nivel psicológico. ¿Por qué? Porque saber perdonar a los demás y a uno mismo nos permite liberarnos de la culpa (hacia uno mismo) y del rencor (hacia fuera, hacia terceros). Y saber pedir perdón nos permite reconocer nuestros propios errores, reparar un daño cometido y tener la oportunidad de volver a empezar. 

Psicológicamente, sabemos que perdonar y pedir perdón son procesos liberadores, que sanan nuestra mente, nuestras heridas, y que nos restauran de experiencias dolorosas pasadas, que ya no sirven. Y esas experiencias son experiencias que dejan huella en nuestro presente, con las que hemos aprendido, pero que no tienen por qué determinar nuestro futuro (o interferir en nuestro bienestar actual).

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